Querido publicista:
Quisiera pedirte perdón. Sé que diseñas tus anuncios con mucho cariño y debo decir que no hago honor a tus esfuerzos. Hace nada he visto un anuncio de una chica depilándose y me avergüenzo de mi misma por no ordenar mi baño antes de hacerlo, como ella. Tampoco elijo la hora correcta del día para que un dulce sol primaveral entre alegre por la ventana y realce los materiales nobles y los vivos colores de mi baño (bueno, si los tuviera). Tampoco adopto la postura aprobada para cualquier depilación, es decir, cómodamente reclinada en el borde de la bañera o en una banquetita de diseño mientras doblo con gracia una pierna y pongo la otra recta con el pie en pointe. Lamento además decirte que tengo pelos en más sitios aparte de en la zona frontal-lateral de la espinilla derecha, de modo que cuando me los quito mis posturas distan mucho de la gracia requerida por ti. También tiendo a pringar cosas y a decir palabrotas, y no voy maquillada durante esta delicada pero importante operación. Lo siento.
También te digo que cuando me ducho o me pongo crema hidratante en el cuerpo no tengo la expresión de alguien a quien acaban de regalar cinco mil euros ni me entra la risa, más que nada porque una vez más tengo más áreas que lavar/hidratar aparte de mis pantorillas o brazos y esto requiere cierta concentración. No se lo digas a nadie pero hay veces que ni siquiera llevo un moño perfectamente hecho durante estas operaciones.
Ya que estoy con ánimo de sincerarme, te diré que no tengo gases con la frecuencia ni gravedad que requieres en tus anuncios, y que (perdón) mi tránsito intestinal es más que aceptable, aunque sé que ambas cosas te decepcionan, dado mi sexo. Qué le vamos a hacer; es verdad que no voy por la calle bien conjuntada y sonriendo feliz a cámara cada vez que recuerdo el correcto funcionamiento de mi colon descendente, pero estos pequeños sinsabores son parte de la vida. De tu vida, quiero decir. Hay veces que tu target no colabora, y sé que debe ser frustrante.
Pero no te preocupes porque realmente hay días en que estoy hecha un desastre y cumplo a la vez todas tus expectativas de ser un guiñapo remediable, de modo que no todo tu trabajo ha sido en vano. O quizá te esté mintiendo; pero eso es parte del maravilloso mundo de la publicidad. O de alguna publicidad.