Me encanta Buffy The Vampire Slayer. Lo admito aquí públicamente, con orgullo. Es una serie a la que le pasa un poco lo que a Doctor Who: que se lo explicas a alguien que no la conozca, y se quedan mirándote con cara un poco rara, en plan «esta chica no está bien». Porque admito que si describes Buffy como «una serie sobre una adolescente californiana que pelea contra los vampiros», es como para poner cara un poco rara. Pero Buffy es más, mucho más que eso. Al igual que Firefly, otra creación de Joss Whedon. Uno de mis sueños dorados (o al menos chapados en oro) es que alguien me regale una camiseta de esas que dicen «Joss Whedon is my master now», talla mediana, en negro, muchas gracias, ejem.
Whedon tiene un enfoque muy refrescante de la televisión, es un excelente observador de la narrativa, y domina el diálogo como pocos. Se burla de su propio medio, de todas las convenciones del drama, y usa maravillosamente el lenguaje, lo trata con un cariño irreverente muy divertido de observar y muy difícil de alcanzar. Es una pena que Buffy pierda tanto en la traducción. Para colmo el hombre roza el genio: un día se le metió entre ceja y ceja hacer un musical, y lo hizo. Con ayuda, pero lo hizo él, básicamente, componiendo letra y música de las canciones y creando uno de los episodios de Buffy más emblemáticos y adorados por los fans, y no es para menos.
Y tiene también un modo de tratar a los malos que resulta especialmente efectivo. Todos los malos de Whedon, sin excepción, son malos interesantes, a los que amas odiar (u odias amar) y que apetece ver en pantalla; algunos tienen su puntito patético, otros son directamente escalofriantes, y ninguno de ellos es un malo unidimensional, como no lo son ninguno de sus héroes. Son malos de esos que quisieras conocer entre escena y escena, aunque a prudente distancia. Desde The Master a Niska, pasando por The Operative, Glory, Lindsay, el aterrador Caleb, o Warren. Malos con enjundia, con historia, con empaque, de esos que realmente se lo ponen difícil al bueno. O demasiado fácil, para que el bueno no te caiga tan bien.
De modo que no os extrañe verme dar saltitos de gozo al saber que la semana que viene se estrena, en internet, Dr. Horrible’s Sing-along Blog, producto de la mente enferma de Whedon durante la huelga de guionistas. Sí, digo gozo, porque es ¡un musical!, y además ¡sobre un malo!, ¡lo mejor de ambos mundos! Con Nathan Fillion, Neil Patrick Harris, Felicia Day, y otros amiguetes de Whedon, que dijeron que sí sin dudarlo cuando este hombrecito rubio y redondeado de carita rosada les dijo un día que si querían hacer, gratis, un musical cortito de menos de una hora sobre un malo al que le gusta la chica de la lavandería. Y lo hicieron. Y ahora Whedon ha decidido distribuirlo por internet, luego ponerlo disponible para descargas, y más tarde sacar un DVD, a ver si alguien paga algo por poseer el musical y todos sus extras (serán «extras con signos de exclamación», dice Whedon).
Yo, desde luego, lo haré.