Bien, imaginad la escena: yo frente al ordenador, de noche. Pantalla en blanco frente a mí. Toda internet al alcance de mis dedos, maravillas sin cuento, el planeta entero disponible en multimedia a poco que me esfuerce. Gandalf sestea pacíficamente tras una dura tarde de perseguir motitas de polvo. El barrio está tranquilo; los pocos viandantes que pasan hablando bajo mi balcón levantan ecos de las fachadas. Por los altavoces suena… Vale, tá bien, suena Pet Shop Boys, pero pongamos que suena, no sé Arvo Pärt, o John Cage, o Songs from the Labyrinth. Algo pelín más, o sea, en fin, serio. Es por la cosa de la imagen.
Todavía me duran las agujetas de la risa después de la pifia que tuvieron los defensores del, um, Diseño, um, Inteligente, en el preestreno de su (al parecer) bastante victimista película, «Expelled: No Intelligence Allowed». Mi parte malvada sigue mostrando el colmillo cada vez que me acuerdo, porque realmente como pifias, hay pocas así de maravillosas: buen material para la Biblioteca. La cuarta temporada de Doctor Who empieza esta semana: magnífico material para la Biblioteca. Este año se supone que sale el último libro de la saga de Geralt de Rivia, por fin: fabuloso material para la Biblioteca.
La cosa, en suma, no puede ser más propicia.
¿Y en este ambiente, qué hago yo? Pues esto. No puedo parar. ¡No puedo parar!