Se me olvidaba: volví a ver la gata hace unos días. Flaca como siempre, pero también tranquila como siempre y guapa como siempre. Me apresuré a sacarle unas golosinas que había comprado, previsoramente, días atrás: unos bocaditos que se supone lanzan a los gatos por los caminos de la gula con su delicioso sabor, y un pequeño brik de leche sin lactosa. Los bocaditos no fueron un éxito, pero, para mi alegría, la leche sí lo fue. Durante el rato que estuvo entrando y saliendo de casa, pidiendo mimos y curioseando por el salón, se bebió tres cuartas partes del contenido del brik, mientras yo fingía una indiferencia absoluta y daba volteretas internamente.
La próxima vez que la vea, espero verla más redondita. Aunque tenga que echarle la leche por el gaznate.