Genndy Tartakovsky es el nombre que hay que recordar, me temo, en esto de la animación. No en plan largometrajes para cine con animación 3D por ordenador y efectos indistinguibles de la realidad, sino en plan episodios cortitos para televisión. Suyas son las Supernenas (sí, sí, no te escondas, sé que en el fondo te gustan), y con ellas sentó un nuevo estilo de animación: dibujos planos, muy simples, un poco al estilo de collage estilizado del Disney de «La Bella Durmiente», pero muy caricaturizados, con el mínimo derroche de arte. Eso, junto a guiones no exactamente para niños que incluían una gran dosis de descaro, hizo que las Supernenas fuera un éxito rotundo.

Aku, el maloPero Tartakovsky se cansó de la comedia. Quería hacer algo diferente, contar otro tipo de historias. Y su siguiente proyecto fue Samurai Jack.

Seguimos con el mismo estilo: colores planos, personajes estilizados al máximo. Y la historia es la de un héroe arquetípico en su lucha contra el mal en forma de un demonio llamado Aku (gran hallazgo visual, por cierto) que se las arregla para ser realmente malo y caerte bien a la vez: el tipo de historia que hemos leído y visto miles de veces. Pero de alguna manera (todavía estoy intentando explicarme cómo) la serie tiene una frescura y una solidez que se ven raras veces. Ayudan los fondos: paisajes que te embrujan, bien dibujados, usando paletas muy sutiles, que cuentan historias por sí mismos. Ayuda también el laconismo de los episodios: el diálogo se mantiene al mínimo, reforzando la parte épica de la historia. En una época en que los personajes de las series no pueden quedarse calladitos así les maten, es muy refrescante ver una serie en la que partes enteras y muy importantes de la acción pasan en silencio y con una música de fondo sin estridencias y bien hecha. Y ayuda también que el descaro que Tartakovsky inyecta en todos sus guiones esté presente aquí en grandes dosis, en forma de guiños a la cultura pop y a los tópicos del género de aventuras y el de animación. Añádase a la mezcla unos actores de voz excelentes y el resultado es Samurai Jack, uno de esos éxitos casi inmediatos cuya calidad se capta enseguida pero que resulta muy difícil de explicar.