El verano empieza ya a tartamudear y a desdibujarse por los bordes como una imagen mal sintonizada, pero en el zurrón de Corvallis todavía quedan días cálidos y brillantes en los que prácticamente oyes crepitar la clorofila por todas partes, fotosintetizando toda contenta. Días como este. Días en los que todo te viene de cara.
La edición remota de Blogalia vuelve a funcionar. El restaurante thailandés tiene hoy Paht Thai de especial del día (un platillo thailandés que está riquísimo). En la Beanery, el camarero me ha invitado al café («It’s Friday», me ha dicho sonriente, a guisa de explicación); mientras me lo bebía, me he leído un ensayo de Gould y he vuelto a flipar con la maestría de este hombre para expresar a la perfección una idea o una imagen en una sola frase certera. Me he encontrado a una amiga a la que no veía desde hacía tres años. En Borders han recibido «Inside Job» de Connie Willis. Las florecitas florecen, las abejas zumban, ahítas de miel y polen, entre girasoles amarillos como el sol.
Pero lo que realmente me ha endulzado el día mejor que la mejor miel ha sido esa foto que véis ahí a la izquierda. Sosa, blanquinegra y aburrida, es una foto que augura el principio de una hermosa amistad entre la PCR y yo. Una reconciliación de novelón romántico. Esas banditas de ADN, que fluorescen por efecto del bromuro de etidio que las tiñe, y que se desplazan según tamaño en una matriz de agarosa al 0.8% gracias a un campo eléctrico (arf), son la cosa más bonita que he visto en meses enteros. Sí señor. Los que viváis en un laboratorio sabréis el tipo de cosita emocionante que te atenaza el estómago y cercanías cuando tienes resultados que, para variar, sirven para algo. Ese gel es monísimo y adorable, el augurio de más cosas chulas por venir. Es una pocholada de gel. Precioso. Me encanta. Lo enmarcaría. El día podría ser un asco, el café podría haberse quemado, el thailandés podría tener para comer arroz quemado y grasa de coches, y yo seguiría yendo por la vida con una sonrisa boba y las bandas del gel bailoteándome delante de los ojos, con música de John Williams.
Así que, nada, lo dicho: señalo este día con una piedra blanca. A vuestra salud.
Me alegro de que te haya salido bien la cosa. A ver si algún día cuéntas de qué va ese «algo» para lo que sirven los resultados, que cuando te pones a enseñar, entra directo al coco.
May Lewontin be with you, always 🙂
Hombre, pues gracias, Chui, eso sí que es todo un piropo. Quizá algún día lo cuente, pero la verdad, francamente, entre nosotros: es aburrido.
May your telomeres never shorten!
¡Conseguiste domar el gel! 😀
Hey, gel! How’re u doin’?
Jo, qué envidia me da tu personalidad. Tú toda emocionada por tus éxitos en el lab, y yo que cuando me sale algo genial sólo pienso: cojonudo, más trabajo por hacer :S
Por cierto, vaya derrochón de primers, no?
Bueno, yo también lo pienso. Pero antes lo pensaba [*y*] me deprimía porque encima no salía nada.
¿Derrochón? Qué va. A 8 uM están.
¡Eso suena bien!
Qué bonita la vida del investigador. Definitivamente tendrás que explicarlo, por aburrido que pueda ser.
Que tus telómeros se mantengan lozanos y largos también.
Yo también me apunto a la petición de que expliques esa «cosa» que llevas entre manos.
Hmmmmm! Arroz con grasa de coche? No tiene por qué estar malo!
Vamos, que te hayas pirado hasta allí, para eso…. Con lo guays que son las incis….;-)
¡Maestro! Hombre, por favor, no me compares… Las incis te tienen muy entretenido, pero al menos las banditas esas de la PCR no te replican…
¿Ya tienes Tormenta de Espadas?
y yo con mi hipogonadismo hipergonadotrofico por anorquia bilateral soñando con diseñar chips y no tuve huevos de probar a quedarme en el CNM de la UAB para seguir el proyecto de redes neuronales…
O en arquitectura, k hasta sacaba matriculas
Que tiempos aquellos 😉
me alegro por ti
Ayer lo encargué en Abaccus. Lo tengo en seis días (tic, tac, tic, tac,…)