Una de las tareas con las que me estoy divirtiendo en el máster del que os hablaba antes es la que tiene que ver con una asignatura llamada «Física cotidiana», porque me permite dar una pátina de respetabilidad a mi nerd interior. Tenemos que realizar observaciones a nuestro alrededor y buscar dónde está la ciencia: no se trata de explicar, necesariamente. Se trata de aprender a mirar.
Esto es muchísimo más divertido de lo que parece, y de hecho el problema es elegir, porque a poco que mires ves mil cosas. Pero yo me fijé en una en concreto anteanoche. Y era algo tan humilde como un vaso de agua.
Los vasos que tengo en casa no son de vidrio liso; el vaso está decorado con un motivo de alveolos que hacen que su superficie interior sea rugosa. Hasta esa noche lo único que yo había notado es que las cucharillas hacen un musical trrrrlirríntrrrilirrín cuando las agitas contra las paredes del vaso en vez del habitual clinclinclicliclín. Pero anoche Watson pasó por detrás y me fijé por primera vez en otra cosa curiosa.
Como hacer posar a gatos detrás de vasos es muy difícil cogí un paño de cocina e hice una foto. Esta foto:

Refracción, distorsión, corrección… El vaso de la derecha está para comparar
El vidrio alveolado distorsiona, lógicamente, la imagen de lo que tiene detrás porque la luz lo atraviesa «torcida», por así decir, y altera las formas que nos llegan al ojo. ¿Pero por qué la imagen se ve más nítida (y más grande) cuando hay agua en el vaso? Estuve un rato acercándome y alejándome y aunque la imagen del paño se ve distorsionada con y sin agua, a través del agua los cuadros se ven más grandes y el detalle es más nítido y regular. Cada alvéolo parece funcionar como una lente muy pequeñita (y cutre, no hay más que ver la aberración), pero al añadir agua es como si introdujera un factor de corrección y el efecto es casi hipnótico. Os pongo una foto del detalle:

¡Mirad cómo se ve la trama y la urdimbre del paño! Se han convertido en celosías.
La refracción es un fenómeno que damos por supuesto y que suele atraer poco la atención, pero en este caso a mí me pilló por sorpresa. Porque sí, un medio vidrio-aire hace que la luz se refracte de manera diferente que en un medio vidrio-agua, y el agua en sí actúa como una lente gorda (porque el vaso es más o menos cilíndrico, dando al agua forma de lente) pero no sé qué sutilezas ópticas hacen que se multipliquen los detalles y cambien algunas distorsiones al añadir agua. Y sigo sin saberlo, pero ahora me ha picado la curiosidad.
En aras de la transparencia diré que Watson vino luego y se puso a beber agua del vaso, sin hacer ni caso al fenómeno físico que tenía lugar ante sus bigotes. Gatos.
El agua tiene un índice de refracción (casi) igual al del vidrio. Caundo se llena el vaso los alveolos también, cambiando el tipo de lente que son, se vuelve más suave (la cara interna desaparece al «mezclarse» con el agua y se syma a la enorme lente que es el cilindro completo de agua. Eso hace la imágen más nítida y aumentos suficientes como para verle los entresijos al trapo. ¡Preciosa observación!