Esta entrada solo es útil para quienes deseen maravillarse con mi carencia de algún verano para según qué cosas.
Pero en fin: prometí que lo escribiría, y visto además que andamos todos en el pre-difunto Twitter dándole vueltas a la idea de que quizá lo mejor sea volver a los blogs y dejarnos de tontás, os cuento un sucedido.
Hace unos días estaba leyendo una noticia sobre el alarmante descenso en los niveles de un acuífero en Andalucía. Ya, ya lo sé: puede ser cualquier acuífero en casi cualquier sitio pero mira, fue ese en concreto. La noticia venía de una ONG y no es que no me fíe de las ONGs, es que no me fío de nadie; empecé a buscar una fuente independiente para corroborar la noticia. ¿Por qué? Yo qué sé. Oye, por qué no. Caigo en sesgos como todo el mundo, estoy predispuesta a dar credibilidad a ese tipo de noticias y eso puede ser un riesgo. Quizá por eso.
Hay otra razón: recientemente he estado trasteando con los GIS: los Sistemas de Información Geográfica. Son como Navidades todo el año: ¡datos por todas partes! Busqué si la confederación hidrográfica correspondiente tenía un GIS con información del estado de los acuíferos y sí, efectivamente: lo tenía y además chulísimo.
Contenta como unas castañuelas me zambullí en los datos primarios: había lecturas piezométricas del acuífero desde 2011 hasta julio de 2023: un tesoro. Y ni corta ni perezosa me monto un precioso gráfico de cómo se han comportado las lecturas desde 2011 y veo esto:
Y claro, pienso «Ah, pues no va mal este acuífero, ¿no? Va muy patapúm p’arriba».
Pero por otro lado pienso, «huy. ¿En sequía? ¿Con el acuífero recuperándose en verano? Qué raro, a ver si es que lo estoy leyendo mal».
Así que pregunté a colegas y pregunté en Twitter y pregunté a Wikipedia y a internet y a un señor que pasaba por allí y que me dijo muy amablemente que me soltara el brazo, que ya tengo una edad.
Las respuestas fueron que sí y que no, porque una cosa es medir desde la cota y otra medir la profundidad y no pude encontrar cuál de las dos cosas medían estos datos y básicamente me quedé un poco como estaba pero más bien tranquilizada al respecto porque la gente en general decía que claro, más es mejor. Valores más altos quieren decir que hay más columna de agua, ¿no? Todo parecía correcto y el acuífero tenía buena pint… Espera un momento.
El archivo excel del que estaba sacando los datos primarios que estaba contrastando, toda chula yo, tenía más pestañas. Y en una de ellas se veía esta preciosa visualización de datos de cada piezómetro para los últimos 12 y 24 meses:
Tate, pensé. Aquí pasa algo. Aquí se dice claramente que la tendencia es negativa. Miré las fórmulas: los cálculos para los incrementos restaban un mes del siguiente, no del anterior, lo que hacía que valores crecientes dieran incrementos negativos. Y las gráficas mostraban una tendencia opuesta a la mía aunque la forma de las curvas coincidía bastante bien. Miré las fórmulas otra vez: habían invertido los valores para trazar los minigráficos. Eran todos negativos. Un valor más alto del piezómetro indicaba menos agua en ese punto de medida, no más.
La tendencia del acuífero es mala, la que estaba interpretando mal los datos era yo, y ahora sé un poquito más de estas cosas y soy más cauta a la hora de interpretar datos primarios de tecnologías que no domino. Ah, y también he tenido un buen recordatorio de por qué es mejor no fiarse ciegamente del sentido común en estas cosas.
Y eso es todo. Una anécdota irrelevante que no me hace quedar muy bien ni tampoco es especialmente didáctica, pero prometí en Twitter y Bluesky que la escribiría y yo, aunque tarde, cumplo.
Welcome back, by the way.
Welcome back.
Welcome back you too 😀
Supongo que algunos de los comentarios de twitter te recordarían que un piezo-metro es lo que ellos tienen entre las piernas ;D.