Estaba viendo un vídeo  de Neil deGrasse Tyson hablando, en su estilo desenfadado y un poco deslavazado, de divulgación científica. También he estado leyendo textos sobre el papel que debe jugar la divulgación científica en la educación formal e informal. En estos casos se forma un curioso paisaje interior que, mira por dónde, voy a compartir por aquí. Tened paciencia conmigo, que estoy intentando navegar un océano más bien proceloso.

El problema que tengo (al menos yo) con el vídeo de Neil deGrasse es que es demasiado breve y (seguramente por la edición) va dando unos saltos temáticos un poco extraños. Neil se hace eco de uno de los mensajes de Carl Sagan en «El mundo y sus demonios»: el sistema educativo (y Neil incluye tanto el formal como el informal) acaba por matar la curiosidad innata de los niños, convirtiendo a potenciales científicos en adolescentes desinteresados. Para deGrasse (voy a ser formalita) es un problema que viene desde arriba: «los que mandan», sean padres o profesores, no saben de ciencia y ni inculcan ni mantienen la pasión de los niños por la ciencia, así en general. Y para él (al menos tal como lo describe aquí) esta pasión hoy día no se genera ni se canaliza dentro del sistema educativo formal, sino a través de internet y de la cultura geek: la creciente relevancia del empollón, del estudioso, del hasta hace poco mal considerado cerebrín de la clase, cuyos máximos exponentes hoy día poco menos que dominan el mundo. Los Zuckerbergs y Jobs y Gates que han creado en no poca medida la sociedad actual.

Esta crítica es un poco injusta; el mundo académico no es ajeno ni a la importancia de la divulgación ni a sus múltiples facetas, y desde luego lleva años trabajando para facilitar las vocaciones científico-técnicas entre los alumnos (y especialmente las alumnas). Pero por sí solo el sistema académico no puede abarcar todo lo que ofrece actualmente internet en cuanto a conocimientos; la divulgación tiene un papel cada vez mejor definido.

Divulgar no es solo transmitir conocimientos científicos a un público lego; también es poner a la ciencia, sus procesos y descubrimientos, en el lugar que le corresponde dentro de la sociedad, explicando su relevancia para nuestro día a día y combatiendo su real o percibido aislamiento. Y también es conseguir que las leyes y regulaciones que creamos entre todos tengan en cuenta a y se guíen por los conocimientos científicos existentes. Todo esto es difícilmente abarcable por la educación formal, y es necesario exponerse a la ciencia y sus procesos dentro y fuera del ámbito académico.

En otro trabajo para este máster me quejaba yo (flojito) de que la divulgación científica no estuviera en la educación formal. Esa es una visión superficial del lugar que debe ocupar divulgación; no se trata de incluirla en el temario y plis plas, todo arreglado. Quizá sea más productivo hablar de ayudar, mediante la educación formal, a que todas las vías por las que adquirimos conocimientos fuera del ámbito académico sean correctamente evaluadas y criticadas. En este sentido Jimmy Wales, el fundador de Wikipedia, expresa lo que deGrasse apenas roza en sus breves minutos de vídeo: la educación informal está ahí para quedarse, pero el volumen de la información en internet y redes sociales y su falta de filtros de calidad es tal que es necesario adquirir una serie de herramientas críticas para poder discriminar el grano de la paja.

Pero para esto hay que generar ese interés en los contenidos científicos en una parte importante de la población, y (en mi opinión) desactivar el concepto de que solo el empollón, el geek, muestra interés por la ciencia. La impresión (errónea) que puede dar el vídeo de Neil deGrasse es que para él los niños no van a conseguir apasionarse por la ciencia dentro del sistema educativo. Neil no piensa exactamente eso: en otros vídeos se ve que para él es determinante ayudar, dentro y fuera del sistema, a que los alumnos mantengan el interés por temas científicos. Wales, más generalista, hace más hincapié en la necesidad de colaborar entre todos para que la información disponible a través de la educación informal pase unos filtros mínimos de calidad y fiabilidad, sea de entrada o sea gracias al sentido crítico del lector o lectora. Ambos coinciden, sin duda, es que en la actualidad no nos podemos permitir una sociedad científicamente analfabeta.

Neil deGrasse Tyson lleva mucho tiempo hablando de estos temas y a veces se deja llevar por un cierto maniqueísmo; pero su pasión por la ciencia se transmite directa y clara. Esto, con su alcance mediático y su capacidad de levantar pasiones (en uno u otro sentido) hacen de él una voz poderosa en el mundillo de la educación informal. Poderosa, y por tanto criticable: los filtros críticos son necesarios para todos.