Esas son las duras, pero acertadas, palabras de un artículo de Richard Dawkins con motivo de la última aventurilla de los creacionistas estadounidenses y sus muchas encarnaciones, la última de las cuales lleva el publicitario nombre de Diseño Inteligente, ID que le dicen por allá. Publicitario, porque es la misma mona con otras ropas de seda, un intento más de librarse de enseñar a las nuevas generaciones la teoría de la evolución por no sé qué prejuicios religiosos mal entendidos y peor concebidos.
Y nos reímos. Ja, ja, estos americanos, hay que ver, mira qué tontos son. No saben encontrar ni siquiera España en un mapa. Y encima tienen a esos fundamentalistas locos que andan poniendo pegatinas en los libros de texto. Hay que ver, qué cosas. Eso no pasa por aquí.
Es cierto; aquí no tenemos creacionistas ni IDiots ni esa particular visión cosmológica a la que ofende la realidad. Bueno, algo hay, pero poco. Ni comparación. Llevamos ventaja en ese aspecto, porque la cosa en USA está empezando a cobrar visos de seriedad y mi visión algo optimista de la situación empieza a tambalearse. Los ataques a la evolución son más frecuentes, más insidiosos, más duros. Cada vez pasa menos tiempo entre uno y otro, cada vez la parte afilada de la cuña entra un poquito más en la ya de por sí zarrapastrosa educación primaria y secundaria estadounidense. Es algo inconcebible, es como si de repente, por consenso, se empezara a negar que la tierra es redonda o que gira alrededor del sol. O la gravitación universal. O las matemáticas. Así de clara está la evolución, y así de robusta es la teoría que describe su mecanismo, y no exagero ni un poquito.
Entonces, ¿nos sentimos superiores? Venga, por qué no. Aquí eso no pasaría, ¿verdad? Aquí lo tenemos claro. Puede que nos ganen en todo lo demás, pero al menos nosotros tenemos una visión sensata de una de las teorías más importantes y mejor probadas de toda la historia de la ciencia.
Pues cuidadito con el exceso de confianza. Hace unos días el Paleofreak, BioMaxi y otros daban un serio varapalo, con toda la razón, al suplemento de El País por el estúpido titular Pequeños y listos. El hombre de las Flores cuestiona la teoría de la evolución. El defensor del lector se ha hecho eco, más o menos, de las quejas, con un propósito de enmienda que, al menos, yo no me creo.
No es que la metedura que pata fuera grave. El artículo que tan mal encabezaba el dichoso titular era más que correcto, con la calidad a la que nos tiene acostumbrados Javier Sampedro. Seamos buenos y achaquemos la patata-titular a los vicios periodísticos de buscar la espectacularidad en detrimento de la realidad. Que ya es bastante malo.
¿Y por qué gruño entonces? Porque al parecer aquí también caemos en los mismos vicios que en USA. Porque poner un titular -periodístico- donde aparecen las palabras «cuestiona la teoría de la evolución», así, sin anestesia, se considera directamente espectacular y digno de atención, y no una indicación de lo mal que se entiende el mecanismo de la evolución y la teoría que lo explica.
No se trata de que la teoría de la evolución sea invulnerable a toda crítica: no lo es, y es bueno que no lo sea. Se trata de que el titular traiciona un sentimiento muy extendido: el de que la teoría de la evolución es todavía algo tambaleante, frágil, mantenido a base de fe por unos pocos científicos que se aferran a ella como a un salvavidas de patito. Una especie de mito adorado por unos pocos, que puede venirse abajo a poco que sople el lobo. Una visión de la realidad que al parecer todavía -¡siglo y medio después!- vemos como algo inquietante, incómodo, que no encaja. El titular del artículo es sintomático: parece decir que nos sentiríamos mejor sin la teoría de la evolución. Que cada nuevo descubrimiento debe ser visto como una manera de librarnos de esa historia que no nos gusta.
Pues ya está bien. Vale que es sólo un titular, y que inmediatamente ha habido lectores protestando. Pero hay una cosa que nos debe quedar clara: este tipo de errores, más común en artículos sobre ciencia que en todas las demás secciones puestas juntas, no se toleraría en cualquier otro campo. Y la evolución se lleva la parte del león en cuanto a periodismo mal hecho, y la parte de la hormiga en cuanto a protestas de lectores.
De acuerdo; aquí no tenemos Diseño Inteligente ni Institute for Creation Research. Pero aquí lo que tenemos es una falsa sensación de seguridad. Ni lo tenemos tan claro, ni nos lo sabemos tan bien, ni estamos a salvo de las peores clases de estupidez. Y un mal titular sirve al menos para indicarnos que todavía hay trabajo que hacer al respecto.
P.D. Y ya que estoy, aquí tenéis el artículo que escribí sobre Darwin para un especial sobre el siglo XIX de la revista Contrastes.
Ya hemos culpado al periódico por lo que le toca, el titular. Pero tienes razón en una cosa: este hecho es un síntoma de cómo funciona nuestra sociedad.
El problema no es (sólo) que en este caso hagan un titular amarillista, sino que es sintomático que siempre pase con la ciencia, sin importar el rigor. Y me duele reconocerlo, pero hemos sido 4 (bueno, 7) los que hemos protestado por escrito al periódico. ¿Nadie se dió cuenta? ¿Nadie le dió importancia? O será que los que se dan cuenta de estas cosas y saben la importancia que tienen, están acostumbrados a que sucedan y renuncian a cualquier intento de cambio: cambiar el rigor de los titulares de ciencia en la prensa requiere la titánica tarea de reformar la sociedad en que vivimos.
La noticia de la reacción la había leido del portal de BioMaxi, y si bien me parece gravísima la expansión del creacionismo, no creo que el asunto del titular lo sea.
Un titular debe ser un gancho y conmigo funcionó. Cuando recibí el mailing de Periodistadigital (¿?), entré sin demoras con una elevada carga de adrenalina; sin embargo, las líneas de texto fueron tranquilizándome.
Supongo (sin fundamentos, claro) que en el caso inverso habrá ocurrido lo mismo y más de un filo-creacionista habrá leido, quizá por primera vez, ideas racionales.
Un titular no es más que un gancho para la nota que está debajo. No creo que sea un instrumento serio de información.
Lo de Dawkins lo traduje hace unos días.
Existe algo que se llama sarcasmo, que es lo que mueve a Bobby Henderson a elevar una instancia al Consejo de Educación para que se imparta de igual modo el Pastafarismo, religión inventada por él, con objeto de demostrar que la ciencia no es una fé, y como tal sus hechos deben ser demostrables.
Para el resto, existen clases de religión. Meter en las Escuelas la idea de que una mujer nazca de una costilla es… fomentar la ignorancia… luego el titular es más que propio.
Un saludo.
Exacto, Javier; bien dicho. Además, Bobby Henderson es de por aquí, de modo que ¡viva el Pastafarismo! ¡Alimenta el espíritu, y también el cuerpo!
A ver si lo van captando.
Bueno, un artículo más de la religión darwinista. Y citando nada menos que a ese fundamentalista fanático de Dawkins. El clero darwinista no quiere perder su status de prestigio, aunque no hayan logrado probar nada efectivo. Califican de ‘hechos contundentes’ lo que no pasa sólo de ‘probable’ y, a veces, de ‘posible’. ¡Oh! … por eso son tan sensibles los pobrecitos en la defensa cerrada e intransigente del darwinismo. El clero darwinista tiene miedo de que le quiten la gallina de los huevos de oro: esa farsa llamada «evolución darwinista». No se dice ni se habla del número considerable de científicos de primera talla, matemáticos, físicos (empezando por Lord Kelvin -que algo sabía, creo yo), que nunca creyeron en el dogma trinitario de la evolución. Científicos que no tienen nada de fundamentalistas, otra religión igual de estúpìda e ignorante que la farsa darwinista que sólo se mantiene en pie por intereses puramente econímicos, políticos e ideológicos.
De nuevo dos religiones en lucha. Que bien: la historia se repite otra vez. Darwinistas: igual de fanáticos e intransigentes que los otros. Y con razones y hechos tan pobres como los otros. Y con la vieja costumbre religiosa y política de sólo tener en cuenta los hechos que –supuestamente– les favorecen. Ahí tienen Vds el dictamente de ‘expertos oficiales’ que enmascaran un nuevo despotismo ilustrado. Claro, el creacionismo es peligroso (pero ¿hay ideas peligrosas: ¿oh Dios: los nazis de nuevo bajo el nombre de la ciencia?)porque mina la fe ciega del rebaño que demanda la financiación de la nueva religion evolucionista y su clero. ¿Evolución? No nos hangan reir, por favor. Ni una simple mosca de prueba. ¿Diseños inyteligente? No nos hagan reir, por favor, si todo en el cosmos, y más en el mundo de la vida, es una pura chapuza .
Rianse: Sócrates ya lo sabia: ríanse y reconozcan su ignorancia.
jajajajajajaja: ¿cuántos sabios que no saben nada y con esa cerillita que llaman ‘ciencia’ creen comprender e iliuminar todo lo que existe.
Humildad para unos y para otros.
Cerillitas, exactamente lo que nos hace falta aplicar a las iglesias 🙂
Que cantidad de palabras del señor Manuel Álvarez para no decir nada…
Bueno, sí, el final: Ríanse de su (la del señor Álvarez) ignorancia.
Lo hacemos hombre, lo hacemos.
P.D. Me he permitido el atrevimiento de ponerle una tilde a su apellido, si usted lo pronuncia como una palabra grave, mis disculpas, pero es quejamás lo había oído así…
para mi la tierra y lo q la representa es un huevo como todo lo que va evolucionando.y el universo tiene esa forma y mi mama tambien y la cabeza de los sipsom