La tarde tiene un aura amarilla de tormenta. Más que un día de finales de primavera, parece el tercer acto de una ópera. Una de esas disonantes, con escenografía de HR Giger. Por los cristales entra silencio y una luz amarillenta como una legaña. En cualquier momento aparecerán por algún lado los espectros de dos hermanas, gemelas idénticas, vestidas de organdí y con cintas en el pelo. Cogiditas de la mano y sonriendo. De esas de canción de Cocorosie, de muy mal rollo.
Claro que, si aparecen, lo más probable es que se den un morrazo contra el reciclaje.
Una es que separa, sabéis. Tiene su sistema, sus cubitos, como todo el mundo. Uno para papel y cartón, otro para vidrio, otro para envases ligeros (que no plástico, una también se entera de estas cosas). El otro para el resto, a separar la fracción orgánica no llego, más que nada porque se me mueren hasta las plantas de plástico. Y claro, los cubitos, birriosos ellos, se llenan con monótona regularidad. En esos casos el proceso es más o menos como procedo a relatar, dos puntos.
Primero me quedo mirándolos un buen rato con muy mala cara. Pero malísima, ¿eh? Un careto de malas pulgas que pa qué. Mi plan es que quizá así se avergüencen de estar en casa y se vayan por su propio pie, o pseudópodo. Tal es mi cara que seguramente las espectrales hermanas antes mencionadas se exorcizarían (toma ya) solitas para no verla.
Pero como eso no funciona, suspiro y preparo la logística. El contenedor gris está muy cerquita, al otro lado de la calle; ese no es problema. El de vidrio está un poco más lejos, al doblar la esquina, total unos treinta metros: nada. De modo que cojo ambas bolsas. Las hermanas fantasma, intrigadas, me abren paso a ver qué hago.
Lo que hago en estos casos es resoplar y dar unos barridos tremendos con las bolsas por la pared de la escalera de la finca, que es estrechita. La escalera, no la finca; la finca está bastante bien. Lo de cerrar de portazo con un pie lo tengo dominado. Lo de darme cuenta de que me he dejado las llaves dentro justo cuando la puerta hace pom, también lo tengo dominado.
No pasa nada; esta vez llevo las llaves en lof diedtef. Bajo las escaleras, haciendo oscilar con donaire ambas bolsas. La de vidrio arma un estrépito serio al dar contra los barrotes de la barandilla; lo hago adrede, por darle vidilla a la cosa.
Entonces, bien: orgánico al gris, vidrio al verde (abro la bolsa y voy tirando los tarros y botellas uno a uno porque me mola romper cosas sin consecuencias). La bolsa en la que he llevado el vidrio sube de nuevo conmigo.
Las mellizas incorpóreas están intentando darme miedo a base de sonreir con todos los dientes mientras pongo la bolsa del vidrio en la bolsa de los envases (qué lío) y cojo el cartón. Esto es más fácil decirlo que hacerlo: a pesar de haber aplastado con cuidadito los briks, la bolsa pincha y se sale por todas partes, rasgada por las aristas de los paquetes de pechuguita de pavo (a vosotros os voy a decir yo si me compro jamón de guijuelo, JA). Y llevar el cartón también tiene su cosa, porque veréis. No hay manera digna de llevar en una sola mano una bolsa con cajas de cartón desplegadas, papeles abarquillados, mandriles de rollo de cocina aplastados, y cienes y cienes de sobres de facturas y publicidad. Sobre todo si tienes la genial idea de llevarlo todo en una bolsa de papel para poder tirarlo todo junto.
Allá que voy otra vez escaleras abajo, seguida por la mirada un tanto pensativa de las malévolas mellizas. La tarde está ya gris pizarra, y los contenedores amarillo y azul están, para qué engañarnos, en la quinta puñeta. Además en una zona del barrio con muchos restaurantes y pubs y sitios chulos, que acaparan enseguida el espacio del contenedor, con lo cual muchas veces lo de reciclar envases se deletra en realidad «embutir envases uno a uno en un contenedor que debería ser más grande por dentro que por fuera, como un TARDIS pero en amarillo». Y aún queda el cartón.
¿Sabéis a qué me recuerda lo del cartón? A una aventura de texto.
Estás frente a un contenedor azul con una ranura ancha protegida por escobillas negras.
> INVENTARIO
Llevas:
Una bolsa de papel (llena de cartón).
Un reloj de pulsera.
Una camiseta de propaganda (puesta)
Unos pantalones con un agujero en la pernera (puestos)
Una pinza del pelo (puesta)
Llaves de casa (en lof diedtef).
>EXAMINAR RANURA
Parece tener hambre de papel y cartón.
>VACIAR BOLSA EN RANURA
La bolsa está demasiado llena como para poder entrar en la ranura.
>EXAMINAR BOLSA
La bolsa está llena hasta reventar. Puedes ver un grueso montón de briks de leche plegados periódicos viejos y una gruesa caja que una vez contuvo un secador.
>COGER CAJA
No veo ninguna caja aquí.
>SACAR CAJA DE LA BOLSA
Hecho.
>METER CAJA POR LA RANURA
Hecho.
>VACIAR BOLSA EN RANURA
La bolsa está demasiado llena como para poder entra
r en la ranura.
>EXAMINAR RELOJ
Son las 21:45. Empieza a faltar la luz natural y amenaza lluvia.
>MIRAR ARRIBA
Te he dicho que empieza a faltar la luz natural y amenaza lluvia.
>SACAR PERIÓDICOS DE LA BOLSA
Hecho.
>VACIAR BOLSA EN RANURA
Hecho.
>MIRAR
Estás frente a un contenedor azul con una ranura ancha protegida por escobillas negras.
Puedes ver:
Un grueso montón de periódicos viejos.
Está empezando a llover.
>COGER PERIÓDICOS
Hecho.
Chispea cada vez con más fuerza.
>METER PERIÓDICOS POR LA RANURA.
Hecho.
Se pone a llover en serio.
>N
No puedes ir en esa dirección.
>E
No puedes ir en esa dirección.
La lluvia está arreciando.
>CORRER HACIA CASA
No comprendo esa frase.
>S
La puerta está cerrada.
>XYZZY
No comprendo esa frase.
>SALIR
*** Has conseguido 4 puntos de un total de 80 ***
¿Deseas Reiniciar (R), Cargar una partida guardada (C) o Salir (X)?
>X
Para cuando llego a casa, las gemelas ectoplásmicas se han aburrido y se han puesto a jugar a fundirme todas las bombillas. Pero reciclar, he reciclado. Vaya que sí.

Maldita sea, no tengo nada que decir, pero quiero decir que me gusta ¿Por qué no pones un botón de \»me gusta\», como hacen las webs normales y decentes?
Um, ¿porque no sé cómo ponerlo? ¿Porque acabas de decirlo, con lo cual sería ya redundante ponerlo? La verdad, estoy confusa…
a ver, a ver, ¿estás tirando los bricks al contenedor azul? ¿no van al amarillo? por cierto ¿que hago con las perchas de plástico? ¿y con los CD viejos? ¿llegaremos a tener 518 clases de residuo cono los japoneses? http://www.lanacion.com.ar/703781-tirar-la-basura-en-japon-mision-casi-imposible
Los bricks van al amarillo. Las cajas en las que van los bricks van al azul. La aventura está mal programada, claro, pero a estas alturas va a hacer el debugging su señora mamá. O quizá servidora, esta noche. 😉
uff, que susto
Daurmith, me habías asustado con lo de los briks y las cajas de briks… ya me extrañaba a mí que no controlaras de este asunto, con lo concienciada que tú estás.
Yo lo que más produzco con diferencia son residuos de envases ligeros. Parece mentira lo rápido que se me llenan las bolsas (de Mercadona), aunque intento comprimirlos todo lo posible para no tener que bajar al contenedor. Desechos orgánicos produzco menos, pero los bajo más a menudo, por razones obvias. Papel desecho muy poco, y por tanto tardo más en tener que bajarlo; y hago más o menos como tú, lo voy metiendo en una bolsa de papel, más concretamente de Papas (de Mercadona), y así lo puedo tirar todo junto al contenedor azul (y, efectivamente, me cuesta dios y ayuda hacerlo pasar a través de los cepillos). Y en lo más bajo del ranking, vidrio casi no uso nada, sólo tengo que reciclar tres o cuatro botes de aceitunas y espárragos cada tres meses.
En cuanto a las aventuras de texto, me has recordado un juego de El Hobbit del año de la pera que fue mi primer contacto con el mundo de Tolkien. Fue una experiencia bastante deprimente, no conseguí salir de los dos primeros escenarios (un claro del bosque con un caldero y una llanura, no lo olvidaré nunca) y no tenía ningún objeto que usar. Luego me compré el juego de rol de El Señor de los Anillos y me gustó más, pero eso ya es otra historia… ¡Qué tiempos!
Hale, debug hecho.