Me siento de un alternativo que doy asco.
Heme aquí, en un café [/grunge/] de Corvallis, de esos con sillas desparejadas de todos los estilos, desde sillitas de colegio de las de antes a sillones espantosos acolchados en sky verde de los setenta. Suena [/rhythm & blues/] alternativo por los altavoces alternativos, el menú es alternativo hasta decir basta, con sandwiches de hummus y [/organic potatoes/]. La decoración es alternativa; cuadros desagradables de artistas alternativo-independientes (algunos buenos, eso sí), caballitos de papel maché algo ajados, fotos en blanco y negro, [/collages/]. El paraíso de la cursiva.
¿Por qué estoy aquí? Porque hay buen café y wifi gratis. Todo a mi alrededor son Macs, periódicos ecologistas, piercings y paredes de colores. Es un sitio, la verdad, acogedor. Nadie te mira mal porque te quedes aquí dos horas sin más que un café helado en la mesa, y como en todos los sitios alternativos, la gente es más amigable y más dada a conversar entre sí. En voz baja.
¿Cómo haces para hacer tan interesante una cosa tan cotidiana? Además de escribiendo de puta madre, quiero decir… Saludos mesetarios de secano…
En Benicassim, – el de todo el año no el del FIB – hay unu bar enfrente de la antigua estación de Renfe, en la que ahora está ubicada la Policía Municipal, también hay un bar con silleria disforme (¿contrario a uniforme?).
Suerte en Corvallis.
Patatas organicas… hew, hew, hew. Hacen bien en especificarlo, no se vaya a pensar la gente que son patatas de silicio.
El Corb, gran bar, sí señor, pena que hayan cerrado la cocina. Aunque cuando estaba en sto. Tomás era más «alternativo», más sillas y sillones de todos los tipos y colores, aquello era un poco caótico la verdad.
Me gustan esos sitios. 😉