He pensado en ver un rato la tele, y tras desgastar los botones del mando durante cinco minutos he visto que no había nada que realmente mereciera la pena ver. No es tan raro, pero un sábado por la tarde, con el sopor de después de comer, fastidia un poco.
Visto que el entretenimiento audiovisual pasivo no funciona, he recurrido al entretenimiento audiovisual interactivo y he puesto The Dark Eye en el portátil. The Dark Eye es una historia interactiva, una de las más raras que conozco. Es un paseo por las historias de Edgar Allan Poe, donde puedes vivir cada una de dos maneras relacionadas pero diferentes. Los gráficos son animación fotograma a fotograma, inquietantes y feístas; el programa en sí deja algo que desear técnicamente, con más de un fallo de programación, pero las voces de los actores son perfectas. Algo que quizá pueda ser considerado un defecto, pero que yo considero un aliciente, es que no tienes la más mínima libertad para cambiar la historia: cuando entras al programa, por ejemplo, bajo el punto de vista de Montresor en «El Barril de Amontillado», nada te puede apartar del final tremendo de la historia y te ves a tí mismo añadiendo ladrillo tras ladrillo, emparedando a tu víctima. Y luego juegas como Fortunato y ves el pequeño nicho desde el otro lado, la luz desapareciendo. Vaya, como lectura de Poe, hay pocas tan escalofriantes como esta versión que nos ha traído la electrónica. Y además de «El Barril de Amontillado», las otras historias son «Berenice» y «El Corazón Delator», y puedes entrar a cada una de ellas dos veces: como la víctima y como el victimario. Casi ná.
Intercalados en el juego hay varios poemas de Poe, que aparecen de repente cuando vagabundeas por alguna de las extrañas habitaciones y pulsas sobre un objeto aparentemente inofensivo. Estaba ahora escuchando a William S. Burroughs recitar «Annabel Lee» con su voz vieja, cascada, plana, escalofriante. Contrasta muchísimo con la voz interna que me había imaginado para el poema, pero me gusta el contraste.
Ya sé, ya sé… es una ocupación extraña para una deliciosa tarde de otoño. Pero a la vez es muy gratificante, muy absorbente. Claro que después de esto voy a tener que irme a ver una peli de Disney o algo…
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