Pensaba escribir hoy una entrada o siete, pero después del atracón tradicional de [/Thanksgiving/] no me da la neurona ni para recordar cómo se hacía esto de escribir. También puede que hayan influido las dos copas de Marqués de Cáceres que me he obsequiado durante las cuatro horas, cuéntenlas, cuatro, que hemos estado tragando.
Joer con las tradiciones americanas. Las nuestras pasan por dormir poco, pero las suyas pasan por comer mucho. Un pavo que parecía de Jurassic Park, el relleno del pavo (que no se deja dentro del pavo, se quita y se sirve aparte), puré de patatas, extraños pero ricos comistrajos como espárragos con cosas y judías con cosas, y dos tipos de salsa de arándanos todavía manteniendo las estrías de la lata en la que estuvo, y [/gravy/], que es como una salsa muy espesa de cuando se hacen platos de carne, y pan con mantequilla, y yams, un tipo de cosa vegetal así naranja y blandita que está muy rica también, y luego pastel de calabza, pastel de manzana y pastel de [/mincemeat/], que lleva dentro un comistrajo raro con pasas y canela y clavo y cosas y que no le gusta a casi nadie, y los pasteles se toman con helado o con nata. Y vino.
Bruuuup. Perdón. Voy a servirme una manzanilla. Quiero decir, [/otra/] manzanilla. La indigestión no es buena para esto de la creatividad literaria.
Decía Álvaro de Laiglesia que para evitar que una mujer te hiciera una escenita llorando, lo mejor era que al primer hipo se le gritara ¡¡¡El rimmel!!!. Mano de santo; el llanto cesaba inmediatamente.
A ver si me sirve para proteger a usted, señá Daurmith, algo que remede a lo que decía aquél señor: ¡¡¡La línea!!!
Jeje, carai, parece como en las fiestas de mi parroquia, que se empieza a comer a las 4 (cuando salen de la procesión) y normalmente se llega a 7:30 mas o menos. Un ratillo de relax para hacer la digestión y ale, para la cena.