Pues nada, que se me ha fundido la bombilla del baño. Puede pasar, porque además la pobre estaba ahí aguantando como una jabata desde, buf, desde antes de irme a Corvallis, de modo que ya le tocaba. Hizo pfubpf y se fue al cielo de las bombillas. Descanse en paz.
Pasado el periodo de duelo, breve pero sentido, me apliqué a la tarea de cambiar la bombilla, fuente de incontables chistes malos y de orgullo para los novatos en bricolaje casero. Servidora tiene bastantes horas de vuelo en esto de cambiar bombillas, de modo que no me achanté ni un poquito. Hice acopio de taburete y bombilla nueva, desconecté el diferencial, y dejé entrar a raudales luz diurna en el baño para ver lo que hacía. He aquí lo que hice:
Aferré con una mano el anticuado plafón de cristal tallado de mala calidad y di un cuarto de vuelta en sentido antihorario, encontrando la normal resistencia de un plafón que ha estado viviendo feliz e inmóvil tanto tiempo. De modo que di otro tirón, y nada. Cogí el plafón con las dos manos y apliqué más fuerza. Menos nada aún. Otra vez, ya gruñendo. Ahora sí conseguí algo: que se moviera todo el plafón, no sólo la cubierta, y se ladeara el montaje, girando sobre los cables. Vale. Ahora aguantando con una mano la parte donde está la bombilla, que no sé cómo se llama. El casquillo no, ese cacharro donde está el casquillo y que es lo que se sujeta al techo. Da igual cómo se llame, tampoco funcionó, aunque tuvo un gran éxito en cubrirme las manos de una especie de unte negro como el hollín. Más tirones, más fracasos. El taburete girando a la par que yo, del puro esfuerzo. Momento de emisión de venablos. Nuevo intento, ahora ayudándome de un trapo, que resbala la mar de bien, y ahora de unos guantes de cocina, que no resbalan nada. Me disloco un tendón. El plafón no se disloca nada de nada.
Un respiro en la lucha para pensar un poco. ¿3 en 1? ¡Nada de 3 en 1! ¡6 en 1, que mola más!
Chorritos, pffft, pffft. Unte rosa resbaladizo que se une al unte negro. Como me apoyo en el techo para mejorar la presión, el techo queda hecho un asco. Espero un rato a que el liquidillo libere la acumulación de… cemento, podría ser, o quizá adamantium… que impide liberar la bombilla. Pues como quien espera a Godot, porque nada. Bueno, sí, algo: ahora también resbalan los guantes. Yupi. Bueeeeno, lo secamos bien. Otra vez, arf. Venga, Daurmith, es sólo una bombilla, tú puedes.
Bueno, vamos consiguiendo algo: desconchar el techo. No es que pueda afear mucho más el baño, es un consuelo. Otra vez, a ver si ahora… ¡Sí! ¡Consigo dar un cuarto de vuelta! Lástima que lo consigamos el taburete y yo, no el plafón. Milagro no haberme matao. ¿Y si me ducho a oscuras? A ver, va, ya tiene que haber hecho efecto el potingue, vamos a por todas… Una, dos, y…
[…]
La puerta de mi baño es de esas translúcidas, de modo que, mientras encienda todas las luces del cuarto de al lado, se ve bastante bien. El que no se consuela es porque no quiere, ¿eh? Hasta me gusta la decoración dactilar negra del techo. Quizá inice una moda.