Andaba yo, no aliviada, pero sí al menos un poco más tranquila porque la historia de la censura en el museo de Abington no había sido, después de todo, para tanto. Y también porque hace más fresquito. Y porque tenemos una luz otoñal limpia y fresquita cual uniforme de enfermera, con el cielo como un azulejo y las pinadas de un verde irisado en oro de lo más atractivo. Vamos, que la cosa no estaba mal. Que parecía que el mundo en el que la gente quiere tirar por la borda lo conseguido en los últimos ciento cincuenta años y volver a la cómoda y acéfala Edad Media era un mundo lejano y legendario.
Ja, ja, y ja. Debería saberlo a estas alturas.
No es ya USA, no. Total, ya nos tienen acostumbrados a sus tonterías y a sus juicios y a sus fundamentalistas y a sus candidatas a vice creacionistas y a la supina estupidez de «teach the controversy» (¿recordáis esto? Pues sigue. Y peor).
No. Desde aquí, la ilustrada Europa, ya no nos podemos reír tan fuerte de esos yanquis tan cortitos, ju, ju. Todo el mundo callado desde ya, porque la cosa está cada vez más fuerte… en UK. Aquí al ladito.
¿Véis la foto? Bonita, ¿eh? Saluda a los visitantes que entran a un museo chiquitín en Portsmouth, el Genesis Expo Museum. ¿Queréis verlo? Este es. El dino con cara de cachondeo debe ser un primo lejano de Barney. Lleva abierto cosa de 3 añitos, y ha saltado de nuevo a los titulares probablemente porque ha habido recientemente un sarpullido de declaraciones pacatas por parte de gente que debería tener más seso, como el bobo de Michael Reiss, emisor de la siguiente frase respecto al creacionismo: “Just because something lacks scientific support doesn’t seem to me a sufficient reason to omit it from a science lesson.”
Yes it is, Rev. Reiss. Vamos a ver. Podemos matizarlo si quiere. Igual que al explicar la estructura del sistema solar se puede hacer mención a la astrología como los primeros intentos de la humanidad de entender las lucecitas brillantes, superadísimos luego por el trabajo de los astrónomos, se puede mencionar que antes de Darwin, y a falta de algo mejor, la gente se aferraba a todo tipo de mitos de la creación para explicar la diversidad de los seres vivos. Y se puede y debe decir que todos ellos son factualmente erróneos. Al igual que la astrología. Y se pasa a explicar por qué la astronomía y la evolución explican el mundo, y la astrología y el creacionismo no. Y, en una clase de ciencia, ahí nos quedamos. El resto se queda para que lo discutan, quienes quieran, en clases de religión, o filosofía, o astrología for you. Pero en clase de ciencia no se dedica tiempo a algo carente de evidencia científica a su favor, ¿estamos? No es para eso para lo que se imparte una clase de ciencia. Salvo que se quiera contrastar lo que es ciencia con lo que no es.
Yo sé por qué lo dice, en realidad: para no ofender. Porque las familias fundamentalistas que creen, entre otras cosas, en una creación en seis días hace menos de 10.000 años, va y se ofenden (¡iiihh!) si se les dice que las cosas no fueron así. Usted quiere contemporizar, quiere el término medio, la tibieza en la posición, el nadar y guardar la ropa del «Veréis, no queremos ofender, es que en realidad en ciencia las cosas puesss… no es que sean así, quiero decir, por favor, podéis seguir creyendo a la vez que el mundo tiene 6.000 años y que los dinosaurios y los hombres convivieron, faltaría más, nada de lo que aquí digamos va a intentar robaros esa fe, qué va, con lo que mola la fe, tener fe en algo es aparentemente el valor más útil en la sociedad actual, seguid así, seguid, en realidad el espíritu crítico no sirve para nada… Os irá de maravilla en la universidad, seguro…»
¿Ve por dónde voy, reverendo? Está usted lobotomizando a los niños con tanto paño caliente, causándoles un cacao mental de los de oro olímpico y haciendo que al final pasen de usted, de Darwin y de todo y se metan a cienciólogos, como poco.
Parafraseando a Parménides: el creacionismo no es. La evolución es. Menos medias tintas, porque esa es, precisamente, la parte fina de la cuña que persiguen, con no poco éxito, la gente del diseño inteligente para matar la educación científica en los colegios. Y la educación científica en los colegios ya venía tocadita.
(De verdad, los globos que coge Arturo Pérez-Reverte con el desprecio al idioma me encantan y me parecen necesarios. Pero me gustaría que echara un vistazo a este panorama y se desahogara algún día, porque le saldría un articulito de los de sacar pan y mojar).
Actualización: vaya, vaya. Existe algo de sentido común aún en la Pérfida Albión. Vean el anuncio de la Royal Society. Básicamente, Michael Reiss ha dimitido, o ha sido dimitido, no queda claro… pero ya no ocupa su puesto de Director of Education. Gracias a di… ehm… Menos mal 😉