Mike, el pollo sin cabeza, vivió cosa de dos años después de ser decapitado por su dueño Lloyd Olsen, que no esperaba que el animalito decidiera no dejar que la falta de cabeza afectara a su estilo de vida. Alimentado mediante un cuentagotas, engordó y ganó mucho dinero, y murió una muerte ridícula de estrella de rock en una habitación de hotel. La mayoría de pollos descabezados hacen honor a la expresión y llevan a cabo una breve, siniestra y espasmódica carrera antes de dejar de moverse para siempre. Mike, apenas con la ayuda de la médula espinal y un oído, evitó tan tragicómico destino y alcanzó fama y fortuna. Y ya veo que muchos estáis viendo venir una moraleja. Seguramente la hay, y probablemente a muchos ya se os han ocurrido varias… Así que no hace falta que yo ponga ninguna.

Además, yo hoy en realidad quería escribir algo lírico y bonito sobre los días soleados de invierno, pero vaya, se interpuso otra sinapsis diferente. Paciencia.