Sí, es arbitraria. Calendarios, reformas gregorianas, ajustes, modificaciones, precesión de equinocios y demás… Será 1 de enero como puede ser π de ferneyzitt*; es una convención, una barrera artificial que nos hemos inventado, como la mayoría de edad o las fronteras. Una manera de contar, separar, compartimentar y clasificar, algo que al parecer nos encanta. Algo que sólo hacemos nosotros. Una ficción consensuada, como el dinero.
¿Y sabéis qué? Que hoy da igual. Hay barrera, pues háyala. Hay línea, pues hoy la cruzamos. Como las líneas de las aceras, esas que jugábamos a saltar o a pisar de pequeños. Como la línea trazada en tierra con una rama, más allá de la cual estaban los valientes, porque allí había peligro. Como la puerta mágica que dibujábamos -algunos aún dibujamos- en el aire para poder entrar a mundos imaginados. Como la línea invisible que separa la audiencia del escenario, y nos da acceso a mundos enteros sin tener que levantarnos. Todas esas líneas son necesarias porque nos hacen ser quienes somos, y eso, en este universo, es mucho.
De modo que crucemos la línea, y hagamos honor, hoy, al cambio mágico de fecha. Cuando toquen las doce, celebrémoslo: gritemos, sonriamos, besémonos, abracémonos, y pidamos en unos minutos suficientes deseos para constuir todo un año imposiblemente ideal. La ocasión lo merece. Cada día lo merece, pero esta noche, por consenso, hagámoslo a la vez: gritemos al universo desde este planetita que estamos aquí, que somos gente que ríe y desea y brinda y lanza al espacio un saludo pequeñito, de materia estelar que ha evolucionado así y que puede, maravilla de maravillas, ver otras partes de sí misma en forma de un planeta fantástico lleno de gente fantástica, en un universo más fantástico aún. Suba hoy la copa por lo bueno que tenemos, que es mucho, y por todo lo bueno que queda por descubrir, que será más.
Feliz año.
(*) No sé, por decir algo. Pero Douglas Adams seguro que hubiera encontrado algún planeta donde es π de ferneyzitt, de modo que lo dejaremos ahí.