No, no es la película de Hitchcock. Ni tampoco es que hayan venido a visitarme unos zombies. Ha sido mi portátil. Qué susto, todavía me tiemblan las teclas. Os explico:
Mi portátil, al que quiero y que me quiere, tiene DVD. Hoy me apetecía ver una peli. Como aparte de DVD, tiene un conector para ver la peli en la tele, me dispuse a montar el aparejo. Y entonces ocurrió: un chispazo, un crujido, un olor a chamusquina, el ordenador que se desmaya, ennegrece, se apaga, muere (todo esto a cámara lenta por aquello del efecto dramático).
El aire se volvió verde, luego ultraverde, luego octarino (los tacos, si se dicen con el suficiente sentimiento, tienen una cualidad mágica que los acerca a la realidad de Mundodisco). Varias piezas de mobiliario han resultado dañadas; tienen mordiscos (no importa, total, son de quinta mano y se pelan solos que da gusto). Los hechos inexplicables de la vida han recibido estopa verbal como para irse corriendo a ser explicados, del susto.
Luego me he ido a limpiar el baño.
Hace un rato, por afán masoquista, he intentado encender el ordenador. Se ha encendido. Aún no me lo creo.
No está bien del todo: si apago y quiero volver a encender enseguida, la pantalla se queda negra; si espero unos minutos se enciende de nuevo y se ve todo bien, los datos están dentro, y salvo unas oscilaciones psicodélicas en la gama de los azules, que pasaron a los pocos minutos, ahora es como si no le hubiera pasado nada. Eso sí, me da un mensaje de error diciéndome que los drivers que controlan el monitor están cascaos; aunque esto va en contra de cómo se comporta el monitor, que zumba tan tranquilo, me lo dice. Está claro que no ha vuelto intacto del Otro Lado, y aunque funciona y todos los tests intentan tranquilizarme, el lunes me lo llevo a que lo vea un doctor. O quizá un exorcista.
Pero qué susto. Y aún me dura, ojo.