Si sabéis lo que es un Dalek, enhorabuena: habéis visto una de las series más divertidas, creativas, extrañas, ricas y fascinantes de la historia de la televisión.
Si no sabéis lo que es un Dalek, ahora lo sabréis: son unos malos recurrentes en la serie británica Doctor Who. Como esa serie no tuvo presupuesto digno de mención hasta 2005, lo que hicieron fue crear un cacharro en forma de salero gigante con un desatascador pegado, lo bastante grande para que dentro cupiera un actor que pudiera moverlo de un lado a otro y agitar espasmódicamente de vez en cuando el desatascador y el cañoncito. De algún modo, los guionistas de Doctor Who se las apañaron para que semejante trasto diera pesadillas a miles de niños durante décadas, y a no pocos adultos que los han conocido con la resurrección de la serie en 2005. Cualquier guionista capaz de escribir un episodio llamado «Dalek» en el que te presentan al antedicho salero y se las apañan para que te dé miedo merece mi respeto, y los Daleks se han hecho un merecido hueco en mi lineal de las pesadillas (pese a que últimamente en Doctor Who los Daleks están sufriendo un caso apreciable de Diminishing Villain Threat).

Pues bien, yo tengo un Dalek. Me lo regaló un amigo hace unas semanas. Es pequeño, peludo y suave, como Platero, pero no lo llamé Platero, que no es nombre de Dalek. Lo llamé Tobías porque tiene una tremenda cara (bueno, ya me entienden) de llamarse Tobías. No me digan que no.

Tobías

Y sí, Tobías sí es nombre de Dalek, a diferencia de Platero. Por qué, no lo sé. Pero lo es.

Cuando llegó a casa se instaló rápidamente y muy a gusto al lado de mi cerdo-altavoz rojo (no me negarán que una casa con cerdo-altavoz rojo es una casa donde un Dalek puede encontrarse a gusto), y desde entonces es fiel guardián y compañero, un rayito de sol azul en el devenir cotidiano. Como mínimo. A ver, si no vas a estar segura con un Dalek, con quién vas a estarlo…

Tobías tiene la ventaja, también, de ser un amigo filósofo siempre dispuesto a echar una mano. Cuando me voy por las mañanas siempre me anima a enfrentarme al día con vigor y determinación:

«EXTERMINATE! EXTERMINATE!»

Por las noches, cuando llego cansada y algo pocha, Tobías tiene siempre a mano una palabra de aliento:

«YOU WOULD MAKE A GOOD DA-LEK!»

Si estoy cabreada con alguien me desahogo con él, que de inmediato se solidariza conmigo:

«EXTERMINATE! EXTERMINATE!»

Y cuando estoy enfrascada en alguno de mis hobbies, Tobías me mira aprobador desde su sitio y me dedica lo que, para él, es su más alto elogio:

«YOU WOULD MAKE A GOOD DA-LEK!»

Estoy muy contenta con mi Tobías y preveo que este es sólo el principio de una hermosa amistad. El Doctor puede seguir viniendo a mi casa, faltaría más, está invitado. Pero yo esconderé a Tobías para que no le pase nada. Que para eso es mi Dalek.