Edinburgh. Edinburgo. Embra, que dicen por allí. Es una de esas ciudades que siempre he querido conocer, con su montañita volcánica en medio, sus parques, sus castillos negros negros y su cielo gris gris. Quiero sumergirme en las calles como oscuros cañones de piedra, y tener a Edinburgo por cielo, paseando por las calles hundidas en el valle de sus cuestas. Quiero hacer cosas de turista y huir de las cosas de turista, y quiero desplomarme cada noche rendida en la cama, saturada de Escocia. Quiero enterarme de cotilleos escoceses, pasar frío en agosto, mojarme, y estar un rato en su famosa cámara oscura, viendo una ciudad de cuento de hadas convertida en una ilusión de cuento de hadas.
De modo que mañana me voy al aeropuerto. Nos vemos en una semana.