Menos aquí, apartentemente, porque las habas, aunque asequibles, no están tan a mano en los supermercados como en España. Y desde luego no he visto por ninguna parte habas cocidas (con lo ricas que están con jamón. O cruditas, en ensalada). Pero el fondo del dicho sí que se aplica en este caso: mañana es fiesta y eso quiere decir que todos se van temprano. «Temprano», en un país donde se cena a las seis, es irse a las cuatro. Desde hace hora y media el edificio está prácticamente desierto, salvo por un goteo lento de la gente que se pira con más o menos descaro. Lo cual no me molesta; lo que me molesta son las miraditas de satisfacción perversa que nos lanzan a los pringadillos que todavía estamos aquí.
Pero me vengaré: de aquí a media hora yo también me piro, hale. Chincha. Probablemente sólo podré dedicar miraditas de satisfacción perversa a las fotos de las paredes, porque no quedará nadie más, pero tijuroquemivoy. Nada, decidido: cogeré la piragua y me iré a casita por la ruta corta, la de las cascadas y los rápidos. ¿He mencionado que no ha parado de llover desde el viernes pasado? Las Leónidas, a hacer gárgaras. Literalmente.
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