Al parecer cuando hablo inglés tengo un acento muy atractivo pero inclasificable.
Hablar inglés con acento atractivo pero inclasificable parece ser mi destino, a pesar de todos mis esfuerzos por evitarlo. No lo hago adrede. Puse mucho cuidado, desde el principio, en imitar fielmente las cadencias lánguidas y chasqueantes de las cintas del curso de inglés «Kernel One» que seguíamos en el colegio, con refuerzos televisados de la serie «Follow Me», aunque esta no la seguía tanto porque existía un conflicto, no recuerdo si con la hora de hacer los deberes o con los dibujos animados en la otra cadena, o quizá simplemente me despistaba, pero tiendo a pensar que era por los dibujos animados, porque los dibujos animados me gustan y hay pocas cosas que me aparten de un episodio de una serie de dibujos que me gusta, ni siquiera un curso de inglés como «Follow Me» donde todos tienen acentos atractivos pero claramente clasificables. Um.
Luego resultó que le tomé gusto al idioma y entonces creo que fue cuando se lió la cosa, porque empecé a ver películas en versión original, y como veía una mezcla curiosa de pelis de acción americanas y series de la BBC y de Granada TV, todo esto a la vez que me leía las obras completas de Gerald y Lawrence Durrell a la vez que novelas de Dashiell Hammett, acabé con un vocabulario victoriano, una gramática eduardiana, y un acento a medio camino entre Sam Spade y Miss Marple, de lo cual no fui consciente hasta la primera vez que alguien me dijo «Me gusta tu acento, ¿de dónde eres?» y luego no se creían que fuera española. Al parecer mis vocales traicionan cierto origen centroeuropeo mientras que mis consonantes suenan británicas, salvo en ciertas combinaciones clave en las que algunas palabras parecen provenir de antepasados mongoles.
Me han asignado acento hindú, francés, italiano, argentino y belga. Me han preguntado si era portuguesa, brasileña, sudafricana o canadiense. Se han extrañado de mi origen español, comentando que no hablo como en Méjico, que es lo más parecido a España que pueden concebir quienes no tienen mucha idea de primera mano de dónde está España o lo que es (no hay tantos, pero haylos; jovencitos sobre todo). Yo les digo que es una combinación de prisas y un exceso de leer palabras antes de saber cómo se pronuncian, pero como en todo caso me dicen que es atractivo, no insisto, aunque tras decírmelo paso un mal rato porque soy más consciente de mi acento y se me vuelve más británico y me parece que empiezo a hablar como la mala de Sentido y Sensibilidad, a pesar de que nadie se queja por ello y por eso creo que no debe ser tan grave y de todos modos se me pasa al cabo de muy poco rato.
En todo caso, hoy Casey el de la Beanery me lo ha dicho otra vez, a consecuencia de lo cual he escrito esta entrada, que a su vez me lleva a pensar que lo que más me conviene es pasarme al descafeinado.
([excusa]Sí, sí… He estado unos días un tanto liadilla y la Biblioteca lo ha sufrido. [/excusa])