La noticia me ha puesto triste. Hay gente que no se tendría que morir, y Martin Gardner era una de ellas. Gracias a él descubrí que en realidad me gustaban las matemáticas, y sus libros de divulgación me siguen fascinando. Lo hacía fácil, el condenao, con lo difícil que es hacer fácil estas cosas.

Qué rabia.