Ayer de golpe caí en el mundo metálico y erizado del magnífico corto australianoThe Mysterious Geographic Explorations of Jasper Morello. Corto, digo, pero profundo. Siempre me ha gustado el steampunk, la combinación de naves fantásticas y maquinaria ciclópea a vapor. Dirigibles, autómatas, naves fantásticas accionadas por enormes palancas de cobre y latón con realces de maderas nobles y muchos ringorrangos. Me encantan los sonidos satisfactoriamente mecánicos que se producen al operar semejantes leviatanes.
The Mysterious Geographic Explorations of Jasper Morello tiene todo eso, y más, en una mezcla deliciosamente siniestra de Verne, Poe, Lovecraft y Jack London. El protagonista, Jasper Morello, es un navegante de una de esas fantásticas naves voladoras, metálicas pero gráciles; cayó en desgracia cuando un error suyo causó la muerte de un tripulante en su último viaje, y busca la oportunidad de reanudar su carrera truncada.
Cuando empieza el corto, Jasper recibe una oportunidad de redimirse en un viaje para intentar hallar la cura de la horrible plaga que está diezmando la ciudad de Gothia. El navegante deja a su mujer, Amelia, y se embarca a las órdenes de un capitán irascible y codicioso que lleva de pasajero al doctor Claude Belgon, cuya misión es estudiar a la tripulación por si la cura estuviese relacionada con la vida en las alturas, ya que raras veces los aeronautas caen presa de la plaga. Jasper y Claude entablan amistad muy pronto, y el viaje transcurre apaciblemente…
… Hasta que una misteriosa nave se interpone en su camino.
En el corto, el mundo sepia e industrial de Gothia está creado con minucioso cariño. Cada nave, cada rueda dentada, cada penacho de humo, escala, chimenea y torre se ve con todo detalle. El delicado funcionamiento interno de los mecanismos se ve nítidamente, y los gigantescos artefactos se mueven con una suavidad aceitada irreal y casi orgánica.
Los personajes, en contraste, se ven únicamente en silueta, una sombra tridimensional con apenas una leve sugestión de realce, o unos botones en el abrigo, o un par de gafas, que alivien la negrura papel recortado. Sus movimientos son también muy levemente espasmódicos, más mecánicos que las naves que se deslizan como ballenas por los cielos dorados o azules que recorren. El efecto es sensacional, e inquietante: como la historia. Jasper Morello, vívidamente interpretado por un excelente Joel Edgerton, atraviesa en su viaje infiernos físicos y mentales en la mejor tradición de la exploración heroica decimonónica, descubre para su horror que a veces los peores monstruos viven en el cerebro humano, se enfrenta a una elección diabólica, y halla en sí mismo el héroe que nunca creyó ser.
Es, en resumen, una gran historia, contada con todo el poder visual de un sueño. No ganó el Oscar, pero lo mereció. ¿Y lo mejor? Que saldrán dos cortos más.