El relato ha terminado, y no me puedo resistir a dejaros un pequeño epílogo. Porque me apetecía. No tiene relevancia para el resto de la historia, que aguanta perfectamente sin él, pero siempre me ha hecho ilusión lo de los epílogos así que venga: aquí hay uno.
Y ya que estamos, un índice del relato completo:
Trailer del relato.
Capítulo Primero: Una visita a Baker Street.
Capítulo Segundo: El abrigo amarillo.
Capítulo Tercero: El East End.
Capítulo Cuarto: Intrusión.
Capítulo Quinto: Un plan arriesgado.
Capítulo Sexto: El misterio del abrigo amarillo.
Y ya para rematar del todo…

EPÍLOGO

El lector curioso quizá sienta interés por saber que los esfuerzos de Holmes por ayudar a su país no tuvieron, después de todo, resultado positivo. Aunque Mycroft se hizo con el abrigo y el secreto del nuevo tinte, ello no bastó para ganar la carrera ante los constantes y revolucionarios avances de la industria alemana, que mantuvo su liderazgo durante muchos años. La Badische Anilin und Soda Fabrik se convirtió en un gigante industrial y diversificó sus actividades. Hoy día sigue siendo una de las compañías más potentes del mundo(*).
George Bull y Edward Hart habían sido contratados por un colega de Peabody que trabajaba en su mismo laboratorio: un hombre llamado Karl Stiefel, que quería apoderarse del secreto del tinte para su propio enriquecimiento personal. Sabía que Peabody había descubierto algo importante y cuando Peabody desapareció suspuso de inmediato la razón. Pero Peabody nunca llegó a Londres: él y Frank Weir habían intentado alcanzar Francia a través de los Alpes por una ruta poco frecuentada. Durante el duro viaje Peabody cayó enfermo y murió. Así frustrados sus planes de hacerse rico rápidamente, Weir se llevó a Londres el abrigo, ignorante de su secreto, y allí hubiera quedado todo de no haber sido por el ingenio criminal de un hombre y la inteligencia de otro.
Tal como Holmes había vaticinado, George Bull pasó su vida entrando y saliendo de diferentes prisiones por crímenes más o menos serios. Años después del caso del abrigo amarillo, la prisión de Dorset realizó un registro fotográfico de sus presos, que me fue permitido consultar por circunstancias que no vienen al caso. Y cuál fue mi sorpresa al encontrar dos rostros familiares mirándome:

George Bull
George Bull, en prisión de nuevo en 1894

Edward Hart
Edward Hart, condenado a 6 semanas
de trabajos forzados en 1894


(*) Más conocida en nuestros días por BASF (N. de la Ed.)

En el siguiente ¡extra, extra! del relato habrá ¡números! Fascinante, ¿eh? Probablemente el miércoles estará porque mañana estoy todo el día de viaje.