Después de una larga temporada en que perdí la energía y las ganas de leer ensayos, he vuelto a la palestra hace relativamente poco. Será el otoño, que invita más a la reflexión y a hundir la cabeza en un libro para no ahogarse. Claro que lo mío es ya vida anfibia, tanto por el tiempo que paso bajo el agua de lluvia como por el tiempo que paso inmersa en libros, pero eso es otro cantar…

Para mi regreso al mundo de la Gente Que Escribe Bien Sobre Temas Interesantes decidí empezar ligerito, con un libro de Michael Shermer llamado How We Believe, que se bebe como agüita y te deja con buen sabor de boca y la neurona despejada y lista. Luego llegó Guns, Germs and Steel (adecuadamente traducido en España como «Armas, Gérmenes y Acero»), que no me engachó tanto, aunque el asunto que trata es fascinante y el libro en sí está muy bien escrito. Lo dejé en la estantería de «para releer en ocasión más propicia».

Ahora estoy con un libro que tenía pendiente desde hace mucho, mucho tiempo: The Mismeasure of Man, de Stephen Jay Gould («La falsa medida del hombre» en España, creo). Fabuloso. Fantástico. Me encanta. Y eso que aún estoy con la introducción.

Es cierto que un libro lleva a otro libro. Voy a tener que ponerme al día y leer algo de Chesterton.

Y de paso: Terry Pratchett puede parecer, a primera vista, simplemente un señor que escribe libros divertidos parodiando el género de espada y brujería. Pero hay mucha más enjundia en gran parte de sus libros que en bastantes artículos serios de revistas sesudas. Que conste. Hale.