Está la red ahora mismo revolucionada por el estreno en internet del ya famoso anuncio de Campofrío, y tengo a la mayoría de mis contactos emocionados y encantados y a otros pocos renegando y diciendo que si es cursi y rancio y tal.

No os habéis enterado. Este anuncio nos revela mucho más de lo que parece a primera vista.

Veamos. Durante un hermoso y melancólico atardecer invernal, una serie de cómicos se van reuniendo, con expresiones contritas, mientras una cálida voz en off va contando que a veces no dan ganas de reirse ni de hacer reir y tal.
¿Dónde se reunen? En un cementerio. ¿Y cuando se reúnen, qué hacen? Comer fiambre. ¿Lo pilláis? Fi-am-bre, gente. Cementerios, fiambres. Son cultistas necrománticos. Llevan flores y bestias para el sacrificio (todos habéis visto el conejo, a ver qué va a hacer si no ese bicho en un cementerio).
Y una vez terminado el festín ritual (al conejo no se le vuelve a ver en ningún momento, sospechoso, sospechoso), uno de ellos, el más sospechoso, con sus gafas oscuras (¿qué esconden esos cristales? ¿Por qué se nos niega la visión de unos ojos que probablemente se asomaron a la locura?) los agrupa para llevárselos.
Y todos se reúnen frente a una lápida. Dos de ellos se miran, y se abrazan. ¿Por qué se abrazan? ¿Acaso entraña un peligro letal lo que hay que hacer a continuación? ¿Acaso el que finalmente se atreve a dirigirse al Maestro tendrá luego el honor de ser devorado por él? Todo parece apuntar que sí. Porque fijaos.
El designado hace la pregunta. A una lápida, insisto. Y tras unos momentos de tenso silencio, suena un teléfono móvil. ¡Pero no el del distinguido con el honor de dirigirse al Maestro! No, es otro teléfono, como diciendo «tú ya estás listo». Como diciendo «es tarde para ti». Y quizá también para todos.
Sí, se ven sonrisas cuando, mágicamente, todos pueden escuchar la voz del Maestro incluso con la calidad de telefonía móvil que tenemos en este país. Pero ¿qué es lo que dice? ¿De qué habla? ¡De guerra! ¡De cargas enemigas al amanecer! ¡¡Les está avisando de la inminente destrucción que se avecina!!
Y ante eso, ¿qué hacen los asistentes? ¡Sonríen, se abrazan, se muestran felices y esperanzados, incluso el que ha sido marcado por la destrucción! Está claro: son acólitos de Cthulhu, y este anuncio es un claro aviso de que el Antiguo que duerme en R’lyeh ha despertado. Y viene a por nosotros.
Ia ia Cthulhu fhtagn! Luego no digáis que no os lo advertí.