Con esto de que la Tierra gira así medio recostada, los que tenemos estaciones tenemos de paso una oportunidad para quejarnos de las condiciones climatológicas de aquella en la que estemos (muchos se quejan de la climatología a secas, confundiendo el clima con la ciencia que lo estudia, pero claro, están en el mundo porque tiene que haber de todo). En verano nos quejamos porque hace demasiado calor o no el suficiente, en invierno por el frío o la falta de él, en primavera o en otoño por las alergias, o porque llueve, o porque no llueve, o porque no hay vacaciones, o porque las hay. Lo que nos gusta es quejarnos, faltaría más. La hizo buena Vivaldi con ese top hit que compuso, el de Las Cuatro Estaciones, donde todas son una pocholada de bonitas; la primavera es delicada y tierna, el invierno es majestuoso y feroz, el otoño es rico y señorial, y el verano es brillante y alegre. Sí, sí: tararí. Vivaldi, muy cucamente, no incluyó en sus partituras del verano a las avispas.

Vuelan por todas partes, indecisas, sin el aire atareado y simpático de las abejas, que son peluditas y rechonchas y van a la suya. Las avispas son meticonas e insolentes; van como colgadas de un hilo, con las patas flojas y pendulonas y el tórax encorvado como si les doliera la espalda, y esas alas delgadas como palitroques emitiendo un zumbido agudo e irritante. Además tienen cara de mala uva, las avispas; parece que te miren mal, como vecinas maledicentes, de reojo y esperando a que te descuides para ponerse cerca y fastidiar. En realidad lo que fastidia no es que piquen, porque pican poco. Lo que fastidia es que se pasan el rato haciéndote pensar que te van a picar. Tengo ahora mismo una avispa leyendo por encima del hombro, salvo cuando la espanto de un cabezazo, lo cual me da a mí aire de vaca y a ella un vuelo ligeramente sacudido por lo que (me imagino) son risitas malévolas. Además son unos bichos ladinos; ahora no ves ninguna y piensas que ya te puedes relajar, y de pronto, zas, te aparece una zumbándote en la oreja con retintín.

Supongo que, como la vida de las avispas no debe depararles muchos desafíos intelectuales, ellas se divierten así en verano, pero no les arriendo la ganancia, porque la zapatilla va a salir volando de un momento a otro. Que me gustan los bichos, pero dentro de un orden.