Esto es lo que tengo ahora mismo; bueno, no, porque si no no estaría tecleando, es sólo una licencia poética. De esas para explicar que he estado vagueando de mala manera en lo que se refiere al blog, ¿entiende lo de la licencia poética, señor Spock?

Señor Spock: *levanta una ceja*

Ejem, vale. Ahora voy a matizar lo del vagueo: se aplica únicamente al blog. En el resto de cosas todo octubre y prácticamente lo que llevamos de noviembre ha sido una temporada, digamos, rica en acontecimientos. Y no, no le voy a echar la culpa al iPad, aunque podría, porque el iPad es un cacharro que me está gustando tanto que estoy escribiendo esta entrada en él.

Todo empezó en Facebook.

Señor Spock: Incorrecto. Cuando decimos «todo», en realidad, deberíamos referirnos a…

Me refiero a que todo este ajetreo otoñal empezó para mí en el momento en que un amigo me dijo, así rapidito y como dejándolo caer, «¿TeapetecedarunaconferenciasobreNeilGaimanenlaHispacon?»

Y yo, que a veces tengo el teclado más cerca que el cerebro, dije «Bueno».

Nunca he dado conferencias. Es decir, sí, he hablado en público, por el curro y tal, pero nunca he dado una conferencia del estilo de la que me pedían para la HispaCon, y menos sobre un tema que no contuviera términos como «splicing diferencial». No sé cómo estructurar charlas de más de veinte minutos que además no contienen secciones tipo «Materiales y Métodos». De modo que iba yo perdidita, y cuando voy perdidita lo que hago es decir para mi capote cosas como «Bueno, luego me pongo», y, evidentemente, luego no me pongo. Hasta que llega el momento del pánico y lo escribo todo en un frenesí de documentación, deteniéndome inexplicablemente durante tres horas a hacer un pocholísimo video de la cronología de la obra de Neil Gaiman, video que evidentemente luego el equipo audiovisual de la sala no pudo reproducir por un quítame allá esos codecs, pero creo que no se notó en exceso, o si se notó la audiencia fue lo bastante amable como para no hacérmelo notar.

Vale, así hemos pasado la primera semana de octubre. Para la segunda semana… ¡ah, sí! ¡El TAM London! Aquellos que me seguís por Twitter sabéis que fue el momento en que agradecí haberme llevado el iPad porque es mucho más cómodo para lanzar un tweet cada cinco minutos con cosas como «¡Mira, es Richard Dawkins!» o «La máquina del tiempo es teóricamente posible», o «¡Mira, es PZ Myers!», o «No sabía que Randi era tan bajito», o «¡¡Alan Moore!! ¡¡Es ALAN MOORE!!» y otras cosas así de sesudas.

Haré un inciso informativo, para variar: TAM London es un evento de fin de semana para recaudar fondos para la James Randi Educational Foundation, JREF para abreviar, una fundación dedicada a fomentar el pensamiento crítico y el escepticismo, cosas ambas que me parecen asaz interesantes, de modo que aporté algunos fondos para ser recaudados, lo que me dio derecho a pasarme un fin de semana escuchando conferencias durante ocho horas al día. Lo cual parece un rollo, pero os aseguro que fue uno de los fines de semana más agradables, interesantes, estimulantes y divertidos de mi vida. Recordadme que os cuente lo de Alan Moore. ¡Pero recordádmelo, que me conozco!

Vale, llevamos octubre mediado y ha pasado la confe sobre Gaiman (aún no sabe cuánto tiene que agradecerme este hombre, lo menos le conseguí dos lectores nuevos), y también ha pasado un fin de semana largo en Londres escuchando a gente muy lista hablar muy bien. ¿Hemos terminado?

¡No! ¡No hemos terminado! Queda la EstelCon.

No voy a hablar mucho de la EstelCon porque es una parte de mi vida que suelo mantener al margen de esta vuestra biblioteca y pretendo que la cosa siga así. Pero sí diré que es el evento anual de la Sociedad Tolkien Española; que este año la organizaba nuestra delegación local; que es un currazo impresionante hacer una de estas cosas, sobre todo con la cantidad de cosas que decidimos hacer este año; que acabé exhausta; y que fueron cuatro días absolutamente perfectos en los que no sólo recuperé las ganas de escribir que creía perdidas, sino que disfruté hasta del inevitable resfriado. Los interesados encontraréis información preguntando a la bibliotecaria por privado, o acudiendo al oráculo de Google o a Facebook.

Bueno, vale, sí, me diréis: mucho recuperar las ganas de escribir pero por aquí lo que hay son telarañas, ¿de qué va usté, doña Daurmith?

Explícome: fijaos en que en octubre he acumulado más actividades extracurriculares que en todo el año, y esto con un trabajo que actualmente no sólo me hace viajar más que Phileas Fogg, sino que encima apenas me deja tiempo libre. Imaginaos el cansancio. Debería haber dedicado noviembre a caer en coma, como una niña buena. En vez de eso, he decidido apuntarme al reto del National Novel Writing Month, NaNoWriMo para los que gustan de abreviaturas beodas. Porque se ve que dos convenciones y una conferencia me han sabido a poco.

Ni qué decir tiene que voy retrasadísima, que mis optimistas planes de escribir todos los días se han ido al garete, y que el pánico empieza a hacer presa en mí. Ahora mismo, hijos míos, estoy dedicándoos novecientas y pico palabras que debería estar dedicando a engrosar el contador del NaNoWriMo.

Pero es verdad que me he portado mal; y que no merecéis, encima que tenéis la amabilidad de leerme, un silencio tan desconsiderado. Y es verdad también que tengo muchos planes para seguir con el blog, planes que evidentemente pondré en práctica en cuanto termine noviembre, si es que consigo no desfondarme y llegar a las cincuenta mil palabras del NaNoWriMo (me faltan veinte mil, niños y niñas, ¡veinte mil! ¡Aaaarrrggghhh!). Todo eso es verdad, y de ahí esta entrada, rápida, inconexa, incompleta, esta entrada apresurada de bloguera que va a seguir siéndolo pero que no sabe organizarse el poco tiempo libre que tiene.

Por lo cual, mis disculpas. La próxima entrada, Alan Moore.

Entrada sin enlaces que no tenía enlaces por motivos de inexperiencia con estas cositas en el editor de iPad; serán han sido añadidos posteriormente