No, nada de Irak. Petunias. Como estas:
Bellas, ¿no? Quién diría que en las células que componen esos delicados pétalos se está librando una cruenta batalla basada en el silencio.
Es un campo todavía muy desconocido, pero que está proporcionando sorpresas de esas que hacen que los biólogos nos pongamos a dar saltitos y adoptemos expresiones de deleite y maravilla, como si nos hubieran regalado un pase gratis a Disneyworld. No entraré en detalles, yo misma estoy lejos de dominar el tema… pero es un proceso muy evocador.
¿Véis esas rayas blancas de las petunias? Aparecieron cuando a una panda de científicos se le ocurrió meter una copia extra del gen que controla el color de la flor, con la esperanza de lograr un color más intenso, por la doble dosis y tal. Pero lo que encontraron fue lo contrario: la flores se decoloraban en áreas. Pasaban del violeta a un blanco níveo.
Esto ocurre porque en las petunias actúa un mecanismo llamado (atención, jerga) cosupresión. Es decir: añadir una copia extra del gen del color no sólo no añade color, sino que quita el que había. De ahí las rayas blancas: en esas áreas de la flor está actuando la cosupresión. El gen que la planta ya tenía está siendo silenciado por su propia copia extra. Toda una batería de proteínas y fragmentos de ARN actúa con la coordinación de un equipo de élite para eliminar toda traza de ese gen. La petunia se blanquea. El científico se pregunta por qué y hasta qué grado y en qué otros bichos pasa.
Y resulta que pasa en muchos casos. Y que no tiene simplemente efectos estéticos. Es posible usar la cosupresión para inactivar el gen que queramos, simplemente introduciendo un ARN de doble cadena en la célula (el ARN, como el ADN, es material genético) con la secuencia del gen que queramos inactivar (esto tiene otro nombre, pero vamos a ser buenos). Podemos hacer callar un gen.
Con matices, por supuesto. Ningún mecanismo celular actúa en un vacío (la célula es un batiburrillo espantoso de mecanismos y proteínas que interactúan de todas las maneras imaginables y algunas que no lo son), y la cosupresión no es una excepción, y hay cosas que se interponen y fastidian. Pero en plantas se está usando (como técnica para obtener mutantes) con mucho éxito, y poco a poco se va desentrañando el mecanismo con más detalle. Se sabe, además, que las plantas lo usan como protección contra virus: un ARN extraño que entre es objetivo inmediato de los mecanismos de cosupresión.
Y esto debe venir de largo, porque algunos virus tienen mecanismos para silenciar a los silenciadores, o sea, maneras de evitar la protección proporcionada por la cosupresión. Una carrera de armamentos silenciosa, basada en ausencias, en negativas. Tácita. Bajo mano. Guerra de desinformación y de bloqueos. Todo vale en el amor y en la biología.
Se han encontrado mecanismos similares en todos los organismos modelo estudiados hasta ahora, así que quienes estudian la cosupresión están todos emocionados y silenciando moscas y gusanos aparte de petunias. Para los que leáis ciencia, o sea, inglés, hay un excelente artículo sobre esto aquí, y una bonita y clara animación en flash de uno de los modelos propuestos aquí. Que no se diga que no os mimo.
Todo esto viene a que el viernes pasado un señor encantador, el doctor David Baulcombe, vino a dar una charla sobre ARN interferente y cosupresión y nos tuvo a todos encandilados durante una hora, enseñándonos cómo hacer callar a las plantas. Y me gustó tanto su charla, y me pareció tan interesante el mecanismo que nos describió, que os tenía que dar un poco la paliza con ello. Paciencia.
P.S. Ah, sí… Nuevo relato en su correspondiente sección. No le hago publicidad porque ya se dice todo allí.
Qué bien cuentas, daurmith.
Aquí me tienes enganchada a tu bitácora…dios mío, una adicción más!!
Complicado debe ser ese asunto de las copias múltiples.
Hace poco leí en promedmail.org que lo del «Anthrax» (el Carbunco de toda la vida) tiene una virulencia que depende del número de copias de no sé qué nucleótido. Si no recuerdo mal, hay un único cromosoma circular y luego un par de nucleótidos … ¿Se llamaban así? Sé que eran como cromosomillas satélites. Bueno, el caso es que si el número de copias es mayor, el Carbunco es más «enfermante» (patógeno). Los malos (y todos sabemos quiénes son) podrían usarlo para hacerle cosas feas a la humanidad (ellos no son la humanidad).
Por otro lado, el exceso de copias puede acabar por casi matar al poseedor de las copias. Lo digo por el estado de mi mesa.
[{lgs http://copensar.blogalia.com}]
Pues no eres la única, Eva 😛
Me encanta tu página, y no me la pierdo, esperando ávidamente tus joviales comentarios, pero: ¿ciencia=inglés?. Sorprendente silogismo. ¿o es sarcasmo…?. Por que después de lo del Museo de Bagdad, y su biblioteca….
Sarcasmo, Ramón, me temo que es sarcasmo; no puse carita, por las prisas. Aunque hoy por hoy, la verdad, el inglés es la lingua franca de la comunicación científica, como antes lo fue el latín.
Ah, se me olvidaba, ¡gracias, Ramón! A ver si no te dejo colgado como estos últimos días.
¿Y aplicar el mecanismo de cosupresión a los malos? Pero, claro, ya diré yo quiénes son los malos para que les sea aplicado…
No diga usted, Daurmith, que ha sido el subconsciente el que me ha hecho «anonimar» el comentario anterior. Aquí está mi firma…
Anónimo: evidentemente funciona. Si metes un segundo presidente de los EEUU competirán entre sí y se pegarán de tortas dejando más tranquilo al resto del mundo. Eso pasaba en las rayas de los tigres, ¿no?
Sospecho que el genoma de las cebras debe ser una especie de abigarrada calcuta por la que campan genes duplicados y virus peleones.
¡Así que eso es lo que quiere decir «batiburrillo»! ¿Por qué unas zonas se cosuspenden :-0 y otras no? La uniformidad me hace pensar en una onda estacionaria. Pero, claro, yo soy físico..
ElRene, misterio. Al igual que es un misterio el por qué a veces la cosupresión funciona y otras veces no. En estas cosas, [/hic sunt dragones/] a punta pala. Y también [/Terra Incognita/] y espacio a rellenar. Qué ilu, ¿no?
Gracias por la historia, yo también la he leído fascinada.
un abrazo