Esta madrugada me ha despertado una tormenta.
El caso es que yo tengo el sueño, digamos, pesado. En mi pueblo dirían que soy «de buen dormir». Óptimo, matizaría yo. Las marmotas vienen a casa en peregrinación anual para recibir lecciones a los pies de mi cama, y luego vuelven a sus habitats de origen comentando entre sí lo mucho que han aprendido. Una vez vino un oso pardo, pero dijo que le deprimía darse cuenta de que, comparado conmigo, había estado sufriendo de insomnio toda su vida durante el invierno, y se fue, cabizbajo. Las crónicas familiares narran que una vez, siendo yo pequeña, y habiéndome quedado frita en el asiento trasero del coche (un angelito era yo durante los viajes), mi padre tuvo que frenar bruscamente por no sé qué cenutrio que pasaba por allí haciendo el tonto. Oyóse un «plof», «¡Ay, la niña, la niña!»… La niña siguió pacíficamente frita en el suelo del coche. Ya ven.
Bueno, pues con todo este currículum a cuestas, hoy a eso de las cinco de la madrugada va y abro un ojito con la vaga noción de que estaba pasando algo. Acto seguido, un relámpago me hizo cerrar el ojito, y cinco segundos después, un crujido como de doscientos mil pinos añejos siendo quebrados a la vez por Supermán me hizo renegar por lo bajo y taparme la cabeza con el edredón. Pero el mal ya estaba hecho.
La tormenta fue magnífica, espectacular, digna de la Hammer durante el monólogo de Vincent Price explicando su diabólico plan. Dos frentes, uno a poco menos de dos kilómetros, y el otro justo encima: entre el chasquido y el flash del rayo, y el retumbar del trueno, apenas pasaba un segundo. Y eran truenos de esos largos, que empiezan con un solo de batería de algún dios griego aficionado al [/heavy metal/], y terminan en un borborigmo telúrico de coro infernal que proporciona el bajo continuo como fondo al siguiente petardazo del rayo. Una cosa seria.
El espectáculo audiovisual duró casi una hora y luego tenía dos opciones: volver a dormirme hasta las siete, o levantarme. Adivinen cuál elegí (absténganse los que no hayan visto [/The Matrix: Reloaded/]).
Mola 😀
Pfff…
Fue hace cosa de dos años. En Santiago lo normal es que llueva. Aquel día no, aquel día el cielo se estaba licuando.
El rayo cayó en la alcantarilla, como en las películas.
Durante un tiempo indefinido y eterno (apenas una fracción de segundo) la calle pareció una postal. La gente se había quedado paralizada.
Luego se desataron todos los infiernos, las alarmas de los coches, de los establecimientos, los semáforos que se volvieron locos,… y los gritos de histeria.
Pero yo tengo grabada en la mente la *postal*
En mi adorada Santiago eso es mas o menos frecuente, hace ya muchos mas años que dos pasó eso durante las fiestas del Apostol, recuerdo que lo que mas me llamó la atención fue la cantidad de chicas histéricas intentando ser calmadas por sus parejas…
Recuerdo que aquello me resultaba un poco hilarante.
P.D. Ya he quemado varias placas base y alguna fuente de alimentación, incluso ahora tengo el SAI para llevar al servicio técnico, y eso que mi casa tiene toma de tierra…
Me maravilla como escribe esta chica.
En cuanto a las tormentas, tenía un vecino de planta en el colegio mayor, que cuando había tormenta, salía a la terraza, y con el puño en alto y el rostro clavado en el cielo cual personaje de comic, y gritaba «¡Odín!» o «¡Thor!», según le diese, con toda su alma, que era mucha. Todo un espectaculo.
Pues sip, me encanta cómo escribes.
Me identifico contigo en el disfrute de la tormenta pero… aún más en lo de dormir.
Yo no duermo.. pierdo el conocimiento.
vaya ! ¿no nos hiciste unas fotos de la tormenta y los rayos ?
: )
me interesa el tema, e intento hacer fotos, aunque claro, es complicado tener carrete justo el día que hay tormenta con rayos..
¿carrete? ¡Pero qué antiguo! ;o)
quisiera saber si ustedes me podrian enviar una fotografia de dios ZEUS, ya que estoy haciendo una INVESTIGACION sobr él y necesito anexarle la foto. MUCHISIMAS GRACIAS
Ana María: lamentablemente ni yo ni nadie hemos visto jamás al dios Zeus. Ciertas personas citadas en la mitología dicen que se les acercó en diversas formas (toro, cisne, lluvia de oro), pero existen motivos para dudar de su veracidad, y en todo caso por entonces no existía la fotografía 🙂
Existen fotografías de obras de arte representando a Zeus en casi cualquier enciclopedia de Arte y por toda la red, así que no debería suponerle ningún problema encontrar una. Simplemente escriba «Zeus» en el buscador de imágenes de Google y tendrá para elegir, desde frescos de Fidias hasta hermosísimas estatuas, pasando por todo el neoclasicismo. Cuidado con los copyright de las imágenes. Suerte.
¿donde esta la foto del dios zeus?
OK NO ESTA TAN BUENO CMO PARECIA PERO BUE SUERTE