Me contuve noblemente para no poner aquí mi opinión sobre «I.A.», aquella peli de Spielberg sobre la mascot… digo, el niño robot, ¿se acuerdan? Él nunca lo haría y todo eso. Pero como lo cortés no quita lo valiente, debo decir que el domingo fui a ver «Minority Report», la última de Spielberg, y todo el mal (pésimo) sabor que me dejó «I.A.» se me quitó de golpe. Ole y ole. Me encantó. Me gustó el ritmo, me gustó la estética, me gustó el derroche de detalles aparentemente superfluos pero que dan entidad y solidez a cualquier peli ambientada en el futuro, me gustó la historia (no podía ser menos, está basada en un cuento del Maestro, Philip K. Dick, alabado sea por siempre su nombre), me gustaron los actores (hasta Tom Cruise, milagro de milagros, que es bonito de mirar pero no precisamente Sir Laurence Olivier), me gustaron los recursos narrativos, me gustó la emoción y la aventura, que hay de ambas y a raudales… Vamos: que me gustó. Por si había dudas.

Me alegro de haberla visto; así se me pasa un poco la negra depresión que me atenaza por el inminente estreno de «Signs», una peli con Mel Gibson sobre los círculos en los cultivos. ¿Adivinan? Sí, señoras y señores: el enfoque más magufo posible, sin paliativos. Juer con Jólivud.