… Dice el refrán. Habrá que verlo, y espero la tercera conteniendo el aliento, porque las dos primeras han sido de aqueste calibre:
Brinda, en el pasillo: «¿Quieres venirte a casa esta noche a ver Marte? Tenemos un telescopio de quince pulgadas.»
Anna, por teléfono: «Esta tarde doy masajes faciales gratis, ¿te apetece venir?»
No sé si jugar a la lotería o algo hoy…
(Postdata gatuna: volví a verla el lunes; no parecía ni mejor ni peor que la vez anterior. Entró en casa mientras yo iba a ver Marte sin prismáticos, se pasó un buen rato curioseando todos los rincones y asegurándose de que no había movido los muebles sin su permiso. Aceptó un trago de leche, y luego se me subió al regazo y pasó un rato imitando con gran éxito a un compresor de gasolina, hasta que pasó un coche por la calle y de inmediato se puso alerta y pidió salir de casa con gran dignidad.)
Creo que me estoy enamorando de la gata XD
La mía se ha muerto (en realidad ha desaparecido, lo que casi con seguridad significa lo mismo, estaba muy enferma)
¿Marte? Lo único que he visto era un escupitajo rosado en la bóveda nocturna…
El miércoles fuimos al Museo de las Ciencias, donde habían instalado cuatro telescopios profesionales a disposición de todo aquél que quisiera ver Marte. Había una cola horrorosa y se montó un buen jaleo, así que preferimos ir a dar una vuelta por los jardines. En ese momento no me habría venido mal un masaje facial para olvidar el disgusto.
Saqué el telescopio del armario. Estuve mas de una hora para montarlo. Había hecho mucho calor y del mar subía un térmica impresionante, así que apenas pude ver Marte con nitidez. ¡A ver si la próxima vez, dentro de doscientos y pico años, tengo mas suerte!
Respecto a la gata… si que tiene personalidad…(ó es ¿gatonalidad?)