Nada, que no hay manera… Necesito alguna forma de enviar historias a Blogalia mientras voy andando por la calle, o en el bus, o en la ducha, que es cuando se me ocurren las ideas. ¿Será este sol traidor e inopinado, que lo endulza todo e invita a siestas y a paseos entre las hojas relucientes de los banyans de los parques de Valencia, leyendo a Corto Maltés?
Y no, no puedo hacer podcasting como estoy segura de que sugerirán algunos ilustres. No tengo con qué.
(No, si ya lo sé. Es ponerse. Pero echaba de menos poner alguna entradita tonta, de esas por impulso, sin prepararlas previamente. Será la reacción después de la aventura holmesiana.)