Manchitas Miren y gocen. He aquí una imagen maravillosa que nos demuestra que podemos darnos cuenta de la forma en que nuestro cerebro nos engaña. Aquí está la misma imagen, en una ventana aparte. La voy a abrir y a mirar un rato, y ahora voy a poner todo lo que veo en ella. Amoallá:
Un señor calvo con barba parecido a Freud. Un ogro. Un señor de cabeza rara con la orejita pequeña y redondita. Un mastín con mala cara. Un escorzo masculino. Un bicho de esos con capuchita y ojitos brillantes de los que salían en el Episodio IV. Rasputín dándole un besito en la sien a Boris Karloff maquillado de monstruo de Frankenstein. Una gárgola. Una gusa un poco torcida. Media cara de Merrick, el Hombre Elefante. Un lapón. Una nariz sin cara. Un bollo (qué pasa, también se ve un bollo). Una vaquita. El científico loco de los Simpson. Un dragoncito partiéndose de risa. La Pantera Rosa, un poco distorsionada. Un oso, en silueta. Un elefantito.
Toma ya. Y sin darle la vuelta a la imagen ni nada.
¿Es casualidad que vea sobre todo caras? No. La pareidolia es inevitable, porque nuestros cerebros va y funcionan así. O sea, todos tranquilos: no pasa nada por ver caras en imágenes confusas. Lo raro sería no verlas.
Ah, y ¿lo de Cydonia? Mezcla de baja resolución y… justo, pareidolia. Y cualquier otra cosa que se diga son ganas de marear la perdiz. Y no me hagan enfadar, que muerdooooo Grr, grr