Pues siento decíroslo, pero ahí está, en negro sobre blanco… Bueno… más bien en puntitos de colores oscuros sobre puntitos de otros colores no tan oscuros entre los que predomina el rosa. Lo siento. Cosas de la camarita del móvil. Pero si no hacía la birriafoto esa no quedaría testimonio.
Lo que os decía: que Alan muere al final de la película. Qué película, diréis vosotros. La que van a rodar mañana en mi barrio, diré yo. Y por qué te cuentan el final en un papelito sobre la señal de prohibido aparcar, diréis vosotros. Ahí me habéis pillado, diré yo. Porque ni idea.
Y es que la cosa tiene miga. Para matar mañana al pobre Alan (al final de la película), han prohibido aparcar en un barrio que ni en los mejores momentos tiene fácil la cosa del estacionamiento, a no ser que inventen los coches plegables, o apilables. Pero como los coches de hoy día ni se apilan ni se pliegan (la técnica está la mar de atrasada, de momento sólo se arrugan), pues hacemos lo que podemos. Salvo, claro, cuando van a matar a Alan al final de la película. Para lo cual al parecer es imprescindible prohibir aparcar. Tiemblo al pensar cómo van a matar a Alan, si necesitan tanto espacio libre. ¿Un piano de cola? ¿Una hormigonera?
Lo cierto es que hace más ilusión que te prohiban aparcar por un rodaje que por otras cosas. Aunque sea para matar a Alan, pobre. Ya os diré, si me entero, de qué pasó con Alan, que en paz vaya a descansar. Y al equipo de rodaje, les deseo un día muy agradable y fructífero.
Y también les diría que, la próxima vez que vayan a rodar y nos avisen de ello (encantados, de paso; vuelvan cuando quieran, faltaría más), al menos no nos cuenten cómo va a acabar la película, hombreee…