… Su mal no espanta. O al menos el mío no. Porque a una lista de correo a la que estoy suscrita alguien ha reenviado el siguiente mensaje, que os copio en parte y os comento por lo menudo, más que nada para ver si se me pasa el sofoco:

** ** *CANTALE A TU ADN Y RECUERDA QUIEN ERES! *

-¿¡Usted perdone!?

-Qué quiere que le diga, la cosa empieza así.

/*Por Gabriela Gómez,** Maestra del Sonido y la Vibración. */

-Esto sólo es a título informativo, ¿eh? Para que sepa con quién estamos tratando.

-Ya, ya…

-Lo bueno viene ahora, vea, vea…

/**/** Técnicamente el ADN es el ácido desoxirribonucleico que vive en el núcleo celular.

Técnicamente, sí. Bueno, no; técnicamente, no del todo, incluso dejando pasar lo del «vive» (hay ADN igualmente ADNósico fuera del núcleo celular). Pero, nos preguntamos, ¿seguirá la cosa así de técnica? Pues va a ser que no.

Su función es contener los programas biológicos heredados: características físicas, capacidades, aptitudes intelectuales y psicológicas

Vaya por Eru… Pues no, mire. No es esa su función.

Tiene forma de hélice enroscada sobre si misma como un cable telefónico.

Mmmásomenos… A veces. En ciertos momentos. A cachos. Si guiña un ojo y gira la cabeza así… Bueno, tampoco se me apure, doña Gabriela, no es eso lo peor.

Lo peor viene ahora:

Fue descubierto en 1950.

Nop. En 1868, por un tal Miescher, suizo. Se aisló como forma químicamente pura por primera vez en 1948, por Avery, McLeod, y McCarty, que de paso también demostraron que era la molécula que transmitía la información de la herencia. Su estructura fue desentrañada en 1953, pero la sustancia se conocía desde finales del siglo XIX.

Recién en 2001 se decodifica el *Genoma Humano *o mejor dicho* *sólo un 3 % de él ya que el 97 % restante, el que no produce proteínas, fue llamado «chatarra» y considerado inservible.

Tampoco. Se secuenció el genoma humano, no se decodificó (noslomismo). Y jamás se ha considerado inservible al 97%, ni se le ha llamado «chatarra». «Basura» sí, vale. Mal llamado. Lo cual sabe todo biólogo que merezca tal nombre.

Hasta aquí todo es sencillamente mala información y pereza intelectual: los grandes males de nuestros días. Pero ahora agárrense, que viene curva:

Los trabajadores de la luz consagrados al estudio del ADN sabemos que es en ese 97 % de ADN «latente» que se produce la conexión interdimensional con tu ADN espiritual.

Leñe. Qué me está usted contando. ¿Los trabajadores de la luz saben eso? Mi enhorabuena a Endesa y asociados, aunque recomiendo que lean otras cosas, porque saber eso les sirve menos que un martillo de gelatina. Pero sigamos, sigamos.

El *ADN «espiritual»*contiene tu herencia universal:

¡No me diga! A ver, a ver…

tu patrón astrológico o «plan de ruta»,

-¡Jolín!

tus lecciones de vida,

-¡Cáspita!

tu contrato,

-¡Ostras!

tu karma,

-¡Córcholis!

tus votos,

-¡Atiza!

tus implantes,

-¡Rediez!

tus guías,

-¡Sapristi!

las memorias de tus vida en esta tierra,

-¡Jopé!

las memorias de tu recorrido cósmico,

-¡Zumba!

de tu herencia angélica,

-¡Rábanos!

de tu divinidad.

-¡Carape!

Y claro, tras todo esto, cuando acto seguido te dicen:

** Cántale al ADN y recuerda quien eres!

…Pues una poco menos que se pone a afinar la laringe a la voz de ya.

Pasemos entonces a entender un poco más lo que va a pasar en este auspicioso seminario:

Desde hace años vengo trabajando y experimentando terapias vibratorias,

Ayyy, pillina, pillinaaa…

buscando las llaves tonales o vibracionales que el humando tiene para activar sus dones. Desde lo más pequeño de nuestro ser *somos* sonido. Nuestros átomos, moléculas y células vibran. Toda nuestra biología vibra. Esa vibración crea tu resonancia única y desde esa resonancia comunicas con el Universo emitiendo y recibiendo frecuencias.

En este punto dejo los chascarrillos y el comentario para pasar a analizar esto un poco más a fondo. Más que nada porque es un mal común a muchos de estos gurús y gurúas. Lo de las vibraciones, digo.

Cito por última vez a Gabriela para que se vea un poco por dónde van los tiros. He resaltado en negrita los términos más sintomáticos de este tipo de subculturilla pseudocientífica:

El ADN «espiritual«, es vibracional y está compuesto de 12 capas que crean una trama resonante. La capa 1 es la hélice física del ADN o Genoma Humano seguida de otras 11 capas interdimensionales que esperan pacientemente que las recuerdes, las actives y las uses para evolucionar.
Cada capa del ADN está asociada a un tono pineal , a un sonido que funciona como activador. Cuando trabajamos concientemente con estos sonidos, la alquimia espiritual comienza y nuestra conciencia humana entra en resonancia con nuestras «vibraciones superiores» o Yo Superior lo que produce un intercambio de energía e información entre ambos.

¿Está claro? Lo imaginaba. Una regla útil a seguir para identificar pseudociencia en estado puro es analizar la frecuencia de términos como los que he resaltado en negrita. La gente como doña Gabriela está encantada cada vez que puede usar la palabra «vibracional», le dan paroxismos de gozo en cuanto dicen «evolucionar», y lloran de emoción si pueden emplear el término «energía». Y como decía el gran filósofo Íñigo Montoya: «Siempre usas esa palabra. Y no creo que signifique lo que tú crees.»

Y en realidad no hay nada nuevo en lo que dice Gabriela Gómez. Es una vez más pensamiento mágico: ordenar a la Naturaleza que actúe de una manera en que no puede actuar. Antes se usaban hechizos. Ahora, «vibraciones», «tramas resonantes» y «tonos pineales». No tiene sentido alguno.  Le pueden poner nombres bonitos y hacer páginas más o menos pastelosas,  pero todo es lo mismo: conseguir algo a cambio de nada. Si leéis el resto de la página, cosa que no os recomiendo, os encontraréis perdidos en un mar d
e buenos deseos y de técnicas perfectamente inútiles. Tanto os daría sentaros tranquilos en un sillón cómodo y relajaros a los acordes de Vivaldi; la recompensa espiritual que obtendréis será exactamente la que queráis obtener. Ninguna de estas técnicas se basa en una realidad externa, objetiva, verficable. Todo depende de las ganas que tengas de que funcionen, y aun así ninguna funcionará mejor que un placebo.

Esto es la ciencia vudú de Bob Park, al cubo. Es, de hecho, ciencia zombi: está totalmente muerta, no tiene sustancia alguna, pero se hace pasar por viva. Quienes entreguen su tiempo y su dinero a Gabriela y demás fauna, pues bueno, es su decisión; allá ellos. Pero al menos pensad un poco en lo que dicen en estos seminarios. Sólo un poco. Porque, veréis: no hay ningún ADN espiritual compuesto de 12 capas en trama resonante. No hay tampoco un intercambio de energía, ni mucho menos de información. No existen los tonos pineales. Todo ello tiene la misma realidad que Fujur, el dragón de la suerte de La Historia Interminable. Y Fujur era incomparablemente más simpático, y leer sobre él, mucho más enriquecedor que cualquier seminario de tonterías pseudocientíficas.

Y esto es lo realmente triste: lo tenemos todo al alcance de los dedos, realidades verificables, mucho más bonitas y elegantes, muchísimo más magníficas, que todo este humo rosado. ¿Y qué hacemos? Huir de ellas. Buscar a los zombis.