Hace un día de hielo y miel. Si estás dentro, el sol te da ganas de salir; si estás fuera, el aire helado y cortante te da ganas de entrar. Como compromiso, salgo bien abrigadita y me quedo de pie, dando vueltas lentamente como una veleta para exponer al sol cada trocito de cara y que así se descongele. La gente me mira raro. Que miren.
Algo similar me pasó ayer, cuando me quedé con complejo de girasol de visita a las cumbres de la isla.
¡Qué bonito «de hielo y miel»!
Le sugiero que se zampe al día como si fuera un helado de vainilla.
Lo de la gente mirando raro seguro que es porque les extraña ver una veleta sin el correspondiente gallo en el extremo. A lo mejor podría cantar kikiriki de vez en cuando para despistar…