Ahora mismo se están oyendo gemidos y maldiciones por toda la nación mientras miles de periodistas y comentaristas políticos se hacen a la idea de que «Schwarzenegger» va a ser palabra habitual que teclear en su trabajo durante los próximos años. Acostumbrados a nombres como Bush o Davis, encontrarse con semejante ensalada fricativa les está ocasionando el equivalente gremial de un ataque de nervios, y aunque son horas intempestivas para el americano bueno, están llamando a sus colegas de la sección de espectáculos, rogándoles que compartan los trucos del oficio que usan para lidiar con semejante apellido.
No se habla de otra cosa en el país. Es uno de esos casos en que tienes que asomarte a la ventana del Universo (ese que empieza a tararear una bossa light) y respirar unas bocanadas de realidad, por ejemplo en Ganimedes, antes de volver a mirar las noticias. Los ganimedinos me miraban, creo, con pena.
Mientras, las calabazas han hecho su aparición en los supermercados: se avecina Halloween. Entre consejos para tallarlas y ofertas especiales (una calabaza cuesta diez centavos), los estantes se llenan de falsos terrores que te guiñan un ojo: No va en serio, son sustos de mentira, es todo una excusa para pasar un buen rato. Como catarsis estaría mejor si realmente la adrenalina se diera un garbeo por las venas de los celebrantes, pero, como todos los años, me huelo el mismo ambiente descafeinado y fat free al que me tienen acostumbrada.
A ver si me acuerdo y hago algunas fotos a las calabazas. Personalmente, me resultan más inquietantes apiladas en cajas de cartón bajo la luz fluorescente del supermercado que talladas con expresiones grotescas y exhibidas en los porches. Quizá porque son casos claros de gigantismo vegetal artificialmente provocado por el hombre, monstruos diseñados, freaks cucurbitáceos. Cosa que, por cierto, no parece preocupar a nadie, a diferencia del estado genético de los tomates (100% organic, dicen. Con dos coj… calabazas).
Vamos: que tengo los miedos confundidos, yo. O quizá los tengan ellos.