Pasó el 4 de Julio. Ha quedado claro que los USA siguen siendo independientes: fue proclamado con petardos a los cuatro vientos, películas muy patrioteras en la tele (Independence Day nada menos, qué horror) y mucho ondear de banderas y muchas palmaditas en la espalda. Los residentes australianos y británicos bromearon a costa de la mala calidad de la cerveza estadounidense y su afición por el fútbol americano; los patriotas extremistas se rieron de buena gana y luego se fueron y escribieron a su congresista para que empiecen a bombardear Irak de una buena vez. Un pirado se ha liado a tiros en el aeropuerto de Los Angeles y se ha cargado a dos personas y a sí mismo, ya que estaba. Ignoro si era patriota o no, aunque importa poco si lo era. Supongo que en los aeropuertos, a partir de ahora, van a pasar de registrar zapatos a registrar cavidades corporales. La última vez que volé los controles de seguridad fueron tan bestias que llegué al aeropuerto tres horas largas antes de que saliera mi vuelo y me vino justito.
Pero no pasa nada. Como dicen los dólares, In God We Trust.
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