InstruccionesMi jefe tiene la entrañable -y algo ñoña- costumbre de regalarnos alguna cosita por Navidad. Nada espectacular, lo que cuenta es el detalle. En general son cosas que hacen los abuelitos del asilo, o alguna cosa navideña en el más puro gusto estadounidense (sí, sí: temblad, hijos míos), o algo más práctico como un botecito de mermelada de ruibarbo (estaba rica, no creáis). El año pasado, me acuerdo, fue una tacita de vidrio con pegatinas de hojas de acebo, llena de caramelos algo pasados. La uso ahora de portalápices.
Hoy era también el día de hacer regalitos. Me resisto a describiros el de este año, pero en esta bitácora he contado asombrosas intimidades de la vida estadounidense y no puedo flaquear ahora. Aunque quiera.
Es una vela. Hasta ahí todo bien. Para aguantar la vela enhiesta (esas risitas), han usado un astuto subterfugio. ¿Os suenan los bastoncitos de caramelo? Sí, ¿verdad? Pues si ponéis unos cuantos, con el cayado hacia abajo, rodeando la vela, y los pegáis con generosas cantidades de pegotes de silicona, tenéis un candelabro a la vez bello y nutritivo. Remátese el asunto pegando entre los bastones un par de flores de tela, o una piña, y unas hojas de acebo de plástico, y ¡he aquí un adorno de navidad que será la envidia de todos sus vecinos!
Mi vela es blanca, y los bastoncitos, de dos tonos de azul, quedan resaltados por hojas de acebo de plástico dorado y una flor de tela blanca espolvoreada con purpurina, por aquello del toque chic. Aquí tenéis una foto, con el correspondiente aviso de esos que dicen que puede herir la sensibilidad del espectador.
¿Pero sabéis lo mejor de todo? ¿Lo mejor mejor? La vela lleva una pegatina, y la pegatina dice, en dos idiomas: «Mire el reverso para las instrucciones sobre cómo encender y usar la vela». Véase la prueba documental ahí arriba.
Have a safe Christmas!