Estos días están resultando extraños en más de un sentido; mientras por un lado parece que poco más o menos vayamos a empezar a imitar a Mad Max, por el otro lado el barrio bosteza apacible al sol primaveral, tibio y húmedo como el aliento de un bebé. Es un tapiz raro, con el haz brillante y relajado y el envés nervioso e irritable.
Y yo, mientras, juego con mi Blackberry y miro los dos lados del tapiz con cierto distanciamiento fruto del despiste, porque no sé realmente, en este tapiz, cuál es el haz y cuál el envés.
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