Un caramelo se derretía al sol áspero de Valencia. La luz era tan intensa que lo atravesaba todo, hasta las sombras. El caramelo se quedó indeciso, y no supo si morir en el suelo o en el espectro de vidrio que atravesaba la realidad sólida de la acera.
¿Un caramelo Respiral de regaliz?
Llamemos a CSI (Candy Scene Investigation)
O mejor, Candy Suicide Investigation
A mi me parece un OVNI pequeñito. Si lo miras por el microscopio, igual ves un monton de minusculos seres formando la frase: » Venimos en son de paz. Llevenos a sus jefes »
A mi me parece un bicho subiendo por un cristal. Lo que no se es cómo un bicho tan gordo consigue agarrarse a eso.
Si mi padre cuando era niño hubiera perdido ese caramelo, habría llorado de rabia e impotencia y seguramente se habría ganado una regañina por parte de mi abuela que era, según recuerdo, una mujer severa. Hoy ese caramelo en la acera es sólo un accidente sin importancia. No es una ilusión perdida, ni unas monedas malgastadas, de ésas que tanto esfuerzo costaba ganar. Por eso es siempre grato encontrar imágenes e ideas que te recuerdan la poesía que se esconde detrás de las cosas banales, aparentemente banales.
Pero seguramente mi padre habría recogido el caramelo, le habría dado un par de lametones para desprender la suciedad adherida y, tras escupir la porquería, se lo habría comido tan tranquilamente. El caramelo no estaría ahí, derritiéndose en la acera. Pero ya no dejamos a los niños hacer eso, ¿verdad?
K
Èl nació siete veces…
K
EL CONCEJO DE LOS BARBILUENGOS ESTÁ REUNIDO