Té de jazmín y Boccherini. Aunque nada puede hacer que un domingo por la noche sea especialmente fascinante, con el lunes asomando la cabecilla fea y pequeña por la ventana como un duende perverso de los que dibuja Alan Lee, al menos la espera se puede endulzar con un poco de hedonismo. Pero a veces saltan ideas extrañas a la mente.
Microcuento:
En 1898, un viajante de comercio llamado Arturo Beltrán fue a Francia a intentar vender su línea de productos cosméticos para caballero. Una noche, durante un largo viaje en tren, fue mordido por un extraño y educado caballero, que resultó ser un vampiro de cuarta generación llamado Mijalco Radelic, sin relación con Vlad Tepes, que por entonces estaba en Ciudad del Cabo.
Antes de ser convertido al vampirismo, Arturo Beltrán era miope y sufría de diversos achaques de poca consideración pero molestos, que le acompañaron durante su nueva existencia sobrenatural .Ochenta y siete años después, Beltrán fue devuelto a la paz eterna por un intrépido cazavampiros que le atravesó el corazón con una estaca, le cortó la cabeza y le llenó la boca de ajo. Beltrán podría haberle dicho que con la estaca era suficiente, pero no le apeteció. Cuando registraron el almacén abandonado en el que había no-vivido, encontraron una caja de embalaje sucia en la que dormía, una cabra vieja a la que sangraba para alimentarse, parches de saúco contra el reumatismo, y un bote casi vacío de pomada para las hemorroides.
baja de peso
si o no
Arturo Beltran era un vampiro patético.
Le mataron por lástima.