No sólo es este blog de semana laboral, sino que parece que crea adicción, porque he aquí que recibo quejas y lamentos de lectores que vuelven a este rinconcillo con frecuencia y salen llorosos y desilusionados cuando no tienen nada nuevo que masticar. A riesgo de sonar absolutamente presumida, he de decir que ji, ji, ji. Me hace una cierta ilu. Poquita, porque no quiero tampoco que vayáis sufriendo las penas del infienno (ejem) cuando menda tiene pocas ideas que llevarse a los dedos, pero ilu.

De todas formas lo que pasa es que hoy es President’s Day: fiesta. No en Oregon, aunque los bancos y las oficinas de correo cierran. Pero hay definitivamente menos gente por la calle. Y el periódico del campus no tiene nada sabroso a lo que hincarle el diente, menos un artículo sobre el gen «Metuselah», que parece que tiene algo que ver con la longevidad. El articulista se lo pasa pipa explicando con mucho entusiasmo de qué va esto del gen, y luego va y suelta que hace muuucho tiempo, «Alguien» escribió estas cosas en el DNA. Vale, Flanagan.

De paso, Miyazaki ha ganado un Oso de Oro. Bien, caray, bien. A ver si la gente empieza a despegarse de la neurona la noción de que las pelis «de dibujos» son sólo para niños. Ahora mismo, con Pixar en danza, la cosa pinta bonita, con muchos proyectos y cosas. ¿Quién es Miyazaki? Pues el director de «La Princesa Mononoke», una maravilla de película.

Huy, la centrífuga… Luego nos vemos.