El otro día, en un comentario de su excelente bitácora, y así como quien no quiere la cosa, el Paleofreak me dio a conocer esta maravilla. El muy canalla. No he podido dejar de mirarla desde entonces.
Vedlo y os daréis cuenta de por qué: el video es hipnótico, es precioso, es subyugante, y está ocurriendo ahora mismo en todas y cada una de vuestras células. Los chicos de BioVisions en la universidad de Harvard han creado una preciosidad, a la vez estética y científica. Y es que ambas cosas van muy de la mano, pero estamos mal acostumbrados a creer que no es así.
Quitémonos primero de encima los caveats del tiquismiquis: lo que estáis viendo en el video es una dramatización, y como tal, muestra las cosas con excesiva claridad y colorines; en la célula todo está muchísimo más apretujado, todo es muchísimo más frenético y menos vistoso. Esos paisajes alienígenas de gráciles moléculas, esas perspectivas vertiginosas de extrañas estructuras flotantes y flexibles (muérete de envidia, Miyazaki), no son tales. Son licencia poética. Preciosa licencia poética, y, más importante aún, didáctica licencia poética.
Los que estéis en el mundillo os quedaréis encandilados, espero, buscando como yo a los actores del drama, que por una vez vienen sin etiquetas, ni maldita la falta que les hace. El mosaico fluído de la membrana, con sus proteínas flotando como extraños árboles globulosos, un bosque hecho de mil y un universos. El citoesqueleto, suave y adaptable, siempre cambiando y ajustándose, creándose a sí mismo y destruyéndose, en el centro de un baile cíclico que para sí lo quisieran, en poder, belleza y emoción, todos los mitos solares del mundo. Mirad el centriolo, como una nave nodriza callada y llena de misterio. Y los ribosomas, masticando contentos la hebra de ADNARN y escupiendo cadenas de aminoácidos rápidamente apelotonadas en la estructura tridimensional de una proteína funcional. Mirad los arrugados dirigibles de las mitocondrias, y el delicado baile oceánico de las vacuolas. Mirad qué chulo les ha quedado el aparato de Golgi. ¡Pero miradlo, corcho!
Todo eso, y muchísimo más, está pasando ahora mismo multiplicado por varios millones de veces, en cada célula de vuestro cuerpo. Sin banda sonora, eso sí, pero todo eso y más, os lo están mostrando los chicos de XVIVO gracias a un trabajo lleno de mimo, talento, paciencia, y conocimientos de esos que en el libro de texto parecían tan aburridos. Parecían; porque no hay más que ver qué pasa cuando se juntan todos un poco y se los sazona con algo de arte.
Me encanta. Voy a verlo otra vez.