Viene de la primera parte, si no, no sería la segunda…
La cafetería del AVE se ha convertido en un sitio de tertulias y algún que otro mítin. La camarera contempla con resignación a los mitineros, que ocupan todo el espacio y hablan en voz, digamos, penetrante.
Una mujer bajita me mira de reojo. No reacciono y sigo leyendo. Ella se acerca con movimientos lentos y cuidadosos, como si fuera a dar de comer a un león, y pone despacito, muy deliberadamente, su vaso de café vacío en el plato con los restos de mi desayuno. Y se va.
O no ha encontrado la papelera o me he perdido algo.
***
En una cola de cosas de la vida real, leyendo la Nature de esta semana. Un señor se acerca, curioso, a cotillear por encima de mi hombro. Es sorprendente lo rápido que se retira cuando ve que estoy leyendo un abstract llamado The thermodynamic meaning of negative entropy.
***
Hace dos semanas vine a este bar, me comí un pincho de tortilla de atún espectacularmente bueno, y asistí divertida a la conversación entre varios parroquianos habituales. En la tele estaban poniendo un documental sobre cómo se construyeron las pirámides, y los tertulianos hablaban con calma y mesura de templarios y órdenes monásticas, con un leve desvío por las propiedades de la iglesia y alguna elucubración sobre el tesoro de los templarios para no perder las buenas costumbres.
Hoy la tele muestra un programa matinal de esos de miserias y muchos gritos en los que se ofrecen como entretenimiento las opiniones más estridentes disponibles. Los parroquianos, tras dictar sentencia brevemente sobre el tema tratado, se han puesto a hablar de fútbol y han tardado poco en cambiar a las noticias locales.
Hay esperanza, insisto.
El señor de segundo párrafo se aleja tan rápido que puedes ver un tono rojizo en su espalda 😉