Acabo de encontrarme, por sorpresa, con un día de fiesta. Las Palmas celebra fiestas fundacionales y aquí y en un par de municipios es festivo. No pienso quejarme. También acabo de encontrar, me parece, y tras no poco esfuerzo, el único local con wifi de Las Palmas, o de la zona de Las Palmas por donde me muevo.

Ayer fue la fiesta del solsticio (el solsticio senso strictu fue el 21) y la playa de Las Canteras se llenó de gente. Me parece que lo que se celebrara o dejara de celebrar les daba un poco igual, salvo a pequeños y alegres grupos de neopaganos y wiccans que sí que hicieron flotar velitas y ofrendas frutales en las olas de la playa, que venían algo magulladas de darse contra la Barra. Pero la mayoría de la gente fue a pasar una noche de juerga en la playa, a darse un chapuzón, a ver los fuegos artificiales y a bailar al son de la música que se pusiera a tiro. Lo cual es una celebración solsticial tan buena como cualquiera y mejor que muchas.

Esta mañana la playa estaba limpia como una patena, con algunos optimistas tomando un sol aplatanado y grisáceo. Yo me he ido a dar una vuelta, con la idea de encontrar alguna red wifi abierta para poder cotillearos cosas a pie de calle, por así decir. Y por tomar un poco el aire, ya que no el sol. Pero nones. Algunos hoteles, celosos de sus ingresos, tienen wifis cerradas. O abiertas en sus terracitas, que estaban llenas a rebosar (y ni un solo ordenador en uso). Y yo haciéndome kilómetros con el teléfono en la mano buscando redes abiertas, como una buscadora de oro algo enloquecida.

Por fin he encontrado un local con wifi. Se llama Clandestino y es un local la mar de agradable, con cosas como medallón de cebra en su menú, música chill out de ambiente, personal simpático que conversa en voz baja en la barra sobre lo difícil que está encontrar un sitio donde vivir, y, claro, wifi. Y yo estoy feliz como una lombriz, aquí con mi mac y tomándome algo antes de comer. No sé si comeré aquí. Las posibilidades son muchas e intrigantes. Quizá (leo del menú escrito con tiza en la pared) medallón de cebra, solomillo de avestruz, lomo de canguro, o ancas de rana. ¿Quién dijo miedo?

P.S. Tras haber comido aquí, me apresuro a recomendar el local a todo quisque. La comida es sensacional (he comido de menú y ha sido un festín), el personal encantador, y tienen wifi. Para mí, el restaurante perfecto.