Hablando en entradas anteriores del artículo científico como entidad, hacía yo una referencia a Alicia en el País de las Maravillas. Caer por la madriguera del conejo, en estos tiempos de textos hiperenlazados, es una sensación familiar para todos. En el caso del artículo científico lo era ya de antes por una sección importante: las referencias, o bibliografía.
Permitidme un momento friki: como adoradora pertinaz de los escritos de Terry Pratchett, su concepto (solo medio jocoso) del Espacio-B caló hondo en mí. Lo explico en pocas palabras: como todos los libros se hablan entre sí y hacen referencia a otros libros (incluso a libros que aún no se han escrito) el Espacio-B conecta todas las bibliotecas del multiverso, y permite por tanto viajar por el espacio-tiempo. Es un concepto que Borges ya conocía y exploró magistralmente (el título de este blog no es casual).
Y sí, es broma, un juego literario sin más; pero las referencias al final de los artículos científicos son parte de este concepto. Un artículo puede tener tantas o tan pocas referencias como los autores consideren para demostrar, primero, que han consultado el trabajo de otros investigadores e identificado correctamente un campo que necesita nuevos experimentos (o repetir experimentos existentes), y por otro lado que conocen y están familiarizados con la bibliografía relevante del campo. Por ejemplo, el artículo sobre el que escribía yo hace algunas entradas tiene 30 referencias, casi todas ellas relacionadas muy directamente con el tema de colonias de hormigas rojas de fuego y otras igualmente específicas acerca de supergenes: lógico en una comunicación breve como es una Letter, pero aún así es una cobertura muy completa de lo que ya se ha publicado respecto al tema del artículo en cuestión.
Sin embargo otros artículos tipo Review, que son una revisión exhaustiva de la literatura existente para aportar una visión general de un tema concreto, pueden acumular cientos de referencias. Una de estas revisiones es «DNA Repair in humans» (Aziz Sancar, AMu. Rev.Genetics 1995. 29:69-105), una visión general del estado (científico) de la cuestión en el momento de publicar el artículo (que fue en 1995): 224 referencias en total, que hacen una cobertura minuciosa de los artículos publicados hasta el momento y en los que se que iban desentrañando partes individuales de los mecanismos de reparación, las bases generales de estos mecanismos, las caracterizaciones de cada gen implicado, y otros descubrimientos relacionados. En una review hay que ser especialmente cuidadoso para no dejarte nada porque entonces no estás cumpliendo el propósito del artículo, que es dar a los investigadores un texto que les permita hacerse una idea de algún campo específico sin tener que andar buscando… pues eso, 224 referencias.
Así que el Espacio-B, siendo ficción, no es exactamente mentira: las referencias en los artículos te permiten recorrerlo de modo seguro. Lento, pero seguro.
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